Es conocido que el agua que beben los madrileños es de las mejores de Europa. Ello se debe a la cercanía de la sierra y la red de embalses de la Comunidad.
Sobrevolamos algunos de los lugares que más nieve y hielo acumulan durante el invierno, y que son el nacimiento de nuestros ríos: en la Cuerda Larga y La Pedriza nace el Manzanares, que se amplía en el embalse que lleva su mismo nombre, y que a partir de ahí corre hacia la capital.
En Somosierra nos sorprende la chorrera de Los Litueros, un salto de agua de más de 50 metros de altura y que da origen al río Duratón, que después se pierde en tierras segovianas.
Visitamos el escondido embalse del Pradillo, cuyas aguas se encuentran con el arroyo Aguilón en busca del Lozoya, que descansa en el embalse de Pinilla. Más abajo, la presa de Riosequillo y el embalse de El Villar siguen reteniendo las aguas del Lozoya, y El Atazar permite la práctica de deportes náuticos.
Aguas abajo, la vega del Jarama, frontera natural con Guadalajara, acoge puentes, acueductos y almenaras, en su camino hacia el Parque Regional del Sureste, donde confluyen Jarama y Manzanares y donde la mano del hombre ha creado de manera indirecta más de 30 lagunas.
Titulcia se asoma al Jarama poco antes de su unión con el Tajuña, que llega procedente del este. Finalmente llegamos al Tajo, el gran río que cruza la Comunidad, y que en los alrededores de Aranjuez se ensancha y nutre de agua a zonas de regadío y sirve de esparcimiento navegable.
Camino de la capital, sobrevolamos la laguna de María Pascual, en el parque de Polvoranca. Por supuesto, no podía faltar el Retiro, y el lago de la Casa de Campo. Y no olvidemos la "playa" de Madrid, el arenal situado en Aldea del Fresno bañado por las aguas del Alberche, que proceden del embalse de San Juan, también navegable. El embalse de Valmayor también sirve de lugar de recreo, y más al norte divisamos La Jarosa y el embalse de Navacerrada.