El afilador, ¿en peligro de extinción?

  • Conocemos a un afilador que lleva más de 20 años afilando cuchillos en su furgoneta
Foto: REDACCIÓN |Vídeo: Telemadrid

Se habla de 'Afiladores en Peligro de Extinción', pero vamos a descubrir que aún queda futuro en el sector.

Un característico sonido en escala musical de silbato, conocido por el nombre de 'chiflo', anunciaba en las calles de pueblos y ciudades la llegada del afilador en su bicicleta o moto. Era el momento de sacar cuchillos y tijeras que ya no cortaban bien para que este profesional nos lo diera una segunda oportunidad y nos los devolviera como nuevos.

Jesús lleva 25 años afilando cuchillos, hachas, tijeras y todo tipo de herramientas para el corte. Trabaja principalmente con hostelería, pero también se ubica en mercados donde los vecinos ya lo conocen y bajan sus cuchillos.

Cuenta con todo el equipamiento para el afilado en su furgoneta, donde tiene un pequeño taller. Allí afila los cuchillos en un momento ante la expectación de los viandantes. La piedra para afilar puede llegar a costar hasta 3.000 euros. Se podría decir que es una pieza de museo porque es muy difícil de encontrar.

El toque distintivo lo encontramos con su hijo Iker, de 4 años, quien quiere tomar las riendas del negocio en el futuro, aunque su padre le dice que primero tiene que estudiar. También su hijo Ibai de 8 años, aunque ese cada vez se desliga más por el fútbol.

Les gusta acompañar a su padre durante las jornadas de trabajo y aprender del oficio, es por ello que todavía quedan algunas esperanzas de cara al sector.

Otros oficios que se consideran en peligro de extinción

El cartero. El uso del correo electrónico y del Whatsapp ha fulminado el intercambio de cartas y, ahora, pone en peligro la profesión de cartero, inmortalizada incluso en famosas películas. Cada vez es más extraño abrir el buzón del correo y recibir una carta que no sea una temida multa de tráfico u otro tipo de notificación administrativa.

Dependiente de videoclub. Fue uno de los negocios más rentables en la década de los 80 en España. En casi todos los barrios, junto con la tienda de ultramarinos, la panadería o el quiosco de prensa, aparecía el videoclub como oferta puntera de ocio en casa.

Técnico de laboratorio fotográfico. Las nuevas generaciones ni se imaginan lo que era posar para una foto de familia y no saber si habías cerrado los ojos en el preciso momento del disparo. En la era del selfie y los instagramers, el revelado fotográfico ya es historia.

Agente de viajes. ¿Cuándo fue la última vez que fuiste a una agencia de viajes para organizar tus vacaciones? La lluvia de ofertas de vuelos y viajes en internet y la posibilidad de compra desde nuestro smartphone han barrido del mapa a las agencias de viajes y sus asesores.

La costurera o el sastre. La producción textil en serie ha arrinconado el trabajo artesanal de costurera o el sastre que, curiosamente, gana enteros entre las aficiones de mujeres y hombres que encuentran diversión y relax entre agujas.

El farero. Los nuevos dispositivos de señalización para el transporte marítimo y aéreo han reservado a los pequeños faros que salpicaban la costa el papel de históricos guías para grandes navegantes.

El barquillero. Era un oficio ambulante que ha estado presente en verbenas y fiestas populares de toda España durante décadas. El barquillero ofrecía a los viandantes la posibilidad de probar, a cambio de una moneda, una tirada en la ruleta de latón del depósito de crujientes barquillos y obleas de elaboración artesanal.

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