Desde un Goya o un Velázquez hasta una pintura flameca. Toda la colección que posee el museo ha pasado por el subsuelo del Paseo del Prado. Ya sea porque cuando las obras tienen que salir se bajan a los almacenes o bien para ir a la sala de embalajes para embalarla en una posible cesión. "Es una sala de tránsito donde circula toda la colección", añade Helena.
El Museo del Prado tiene una colección permanente en la que expone las obras clave de cada colección. Además, la pinacoteca tiene una política de préstamos, a exposiciones nacionales e internacionales, y una política de depósito. "Estas obras del almacén rotan. Están aquí porque no están expuestas en sala o no les toca. Pero en algún momento llegará su turno y subirán a sala o se prestarán", nos cuenta Helena Bernardo, técnico de gestión del servicio de registro de obras de arte del Prado.
"Todas las obras han ido rotando, seguro que hay alguna fragmentada o sin interés y no ha salido, pero las obras viajan mucho", subraya Helena, haciendo referencia a la política del museo llamada 'El Prado disperso'. Esta iniciativa lleva más de 3.500 obras a museos nacionales de bellas artes, ayuntamientos, embajadas, ministerios, entre otros, para que toda España pueda conocer los ejemplares del Museo, "porque es patrimonio nacional".
Sin embargo, no todas las obras están en buen estado de exposición. Antes de salir a sala, pasan por el taller de restauración para realizar limpiezas superficiales. De hecho, las obras de papel son las que peor lo pasan. Existen dibujos, mapas y estampas que tienen un período más corto de exposición y unas características de luz, temperatura y humedad distintas a las demás obras. Además de guardarse en la oscuridad, en vez de estar expuestas en sala seis meses lo hacen tres.