Hablamos con Andrés Úbeda de los Cobos, director adjunto de conservación e investigación del museo
Nel Oliveira López
Seguramente muchos de ustedes se habrán hecho la misma pregunta, ¿qué futuro le depara al arte? La respuesta parece clara, ¿no?: La tecnología. En una sociedad que avanza a pasos agigantados, parece evidente que la tecnología será uno de los pilares fundamentales y qué mejor forma de averiguarlo que conversar con Andrés Úbeda de los Cobos, director adjunto de conservación e investigación del Museo Nacional del Prado y, además, doctor en historia del arte.
El Prado atesora 200 años de historia a sus espaldas y tiene que seguir mirando hacia delante, hacia el futuro y es que la pinacoteca madrileña por excelencia “ha avanzado más en estos últimos 20 años que en los 180 anteriores”, en los que a tecnología se refiere tal y como nos comenta Úbeda a primera hora de la mañana en la galería principal del Museo. De tecnología también va la cosa cuando a través de vídeos en directo en Instagram regalan “una experiencia a una persona que por ejemplo está en Sídney y le es imposible acercarse a ver el museo”.
¿Ustedes se imaginan un futuro sin fotografías? El El Prado sí, al menos durante el tiempo que uno se dedica a recorrer los pasillos del museo y disfrutar de sus obras de arte. “Queremos que el visitante venga a vivir una experiencia”, señala Úbeda sabedor de que uno de los grandes problemas de la sociedad actual es ver sin mirar. “En el tema de no sacar fotografías tuvimos mucha presión, sobre todo al principio, porque iba muy a contracorriente del resto de museos internacionales”, matiza el dirigente entre obras de arte y el eco de una sala vacía. Y es que en esto de los "selfies" el Prado resiste como si de una aldea gala se tratase.
Sin embargo, con o sin fotografías “El Prado es muy consciente de que el futuro va a ser en buena parte tecnológico, por eso nos hemos gastado muchísimo dinero en apostar por esta idea".
A lo largo de la conversación, Úbeda no quiere apostar por un pronóstico de futuro, ya que actualmente sería un juego de azar que solo se resolverá con el tiempo. “Es imposible imaginar el futuro porque seguramente será diferente a lo que todos imaginemos”, atina prudentemente. Lo que sí afirma de manera contundente es que “El Prado del futuro será más tecnológico, más virtual, más personal y permeable a las exigencias sociales”.
Integración y juventud, presente y futuro
“Que una persona invidente pueda ver un cuadro sin la necesidad de mirar es un gran avance y es gracias a la tecnología”, afirma Andrés Úbeda. Porque el futuro no solo es una pantalla o un holograma, el futuro también es integración y cercanía con las nuevas generaciones. “Hasta ahora, El Museo del Prado hacía una oferta para que tú te acomodaras a lo que nosotros somos, pero ahora es todo lo contrario”, reflexiona Úbeda.
El Museo del Prado es la excursión obligada en todos los centros escolares de Madrid, todos hemos sido niños y niñas que estaban felices por trasladar la clase de ese día y darla entre cuadros y pasillos, pero ¿con qué se quedaron los pequeños de aquella feliz mañana? Ese es el reto de la directiva actual ya que “el público joven exige que su experiencia sea virtual y más adecuada con lo que son”, asegura Úbeda.
El Salón de Reinos, una realidad cercana
Hablamos ahora de uno de los grandes proyectos que tiene el Museo del Prado por delante. Se trata del Salón de Reinos, diseñado por Norman Foster y Carlos Rubio. “Debería ser el último edificio de esta generación”, vaticina Andrés Úbeda. Lamenta que un proyecto de tal calibre no dependa directamente de ellos. Con un precio de más de 40 millones de euros tiene asumido que “podemos pagar un tercio” mientras que “el proyecto arquitectónico ha sido aprobado, pero nos hace falta que el Gobierno, a través de los Presupuestos Generales del Estado, incorpore una partida para que se haga realidad.
Las expectativas son de que “a partir del final del año que viene podrían comenzar las obras y en un horizonte de unos cuatro años abrir ese edificio”. Asimismo, ya que se trata de un edificio histórico que perteneció al Palacio del Buen Retiro “vamos a colgar un número importante de pinturas de gran relevancia, colocando las que fueron creadas precisamente para ese espacio”.
Sabemos que el Museo del Prado no será amigo de los `selfies´ y que aunará esfuerzos hacia la tecnología y la integración. Podrán ver el museo en directo o a 5.000 kilómetros de distancia. Seguramente, por aquel entonces, será posible lo inimaginable hasta el momento. Mientras, nos mantenemos a la espera de la evolución, lo que está claro es que los niños también visitarán El Prado del futuro.