El ministro de Sanidad alemán, Jens Spahn, ha abogado por imponer un confinamiento domiciliario para quienes no se hayan vacunado contra la COVID-19, una nueva iniciativa que, en cualquier caso, podría terminar aplicando el futuro Gobierno, con el socialdemócrata Olaf Scholz al frente.
Spahn, compañero de partido de la canciller, Angela Merkel, ha reconocido la necesidad de que se acuerden nuevas restricciones en la reunión que tienen previsto mantener este jueves el Gobierno central y los representantes de los 16 estados. Los no vacunados, ha añadido, "representan un riesgo para todo el sistema de salud".
"Si miras a las unidades de cuidados intensivos, si miras la tendencia de contagios, es mucho mayor entre quienes no se han vacunado", ha señalado el ministro saliente en declaraciones a la cadena ZDF. Por este motivo, ha planteado que estas personas queden vetadas en "prácticamente todas las áreas".
Además, Spahn ha planteado la cancelación de grandes eventos, o al menos la reducción de aforos, así como cierres de locales de ocio nocturno.
Alemania ha reducido ligeramente los niveles de contagio en estos últimos días --la incidencia de positivos a siete días ronda los 440 por 100.000 habitantes--, pero el ministro da por hecho que al menos durante los próximos días seguirá habiendo más de 6.000 enfermos en unidades de cuidados intensivos.
El Instituto Robert Koch (RKI), que vigila la evolución de la pandemia, ha notificado este jueves 73.209 nuevos casos, lo que acerca a Alemania al umbral de los 6 millones de contagios registrados. Al menos 102.178 pacientes han fallecido, 388 más que el miércoles.