Alejandro Valverde se ha ratificado como el campeón eterno, el corredor que siempre está, siempre aparece y lo hace para ganar. El ciclista murciano se hizo con el oro más buscado y más deseado de su carrera al proclamarse campeón del mundo en Innsbruck (Austria).
Valverde ganó por delante del francés Romain Bardet (plata), el canadiense Michael Woods (bronce) y el holandés Tom Dumoulin, cuarto.
El líder de la selección española remató como sabe su día soñado y puso el mejor colofón posible a una carrera tan longeva como exitosa con su victoria más emocionante y sentida: la que le ha dado su oro más buscado y deseado. El que tiene como premio añadido vestir el maillot arco iris el próximo año, cuando cumplirá los 39.
Séptima medalla
El ciclista murciano sumó su séptima medalla mundialista y sucede en el palmarés al eslovaco Peter Sagan, vencedor en las tres ediciones anteriores, en Richmond 2015, Doha 2016 y Bergen 2017.
Valverde añade el oro -el cuarto español que lo consigue tras Abraham Olano, Igor Astaloa e Oscar Freire, que logró tres- a dos las platas de Hamilton 2003 y Madrid 2005 y los cuatro bronces de Salzburgo 2006, Valkenburg 2012, Florencia 2013 y Ponferrada 2014.