El clásico de la final de la Supercopa fue el partido soñado para un Vinicius que se reencontraba con su mejor versión después de la lesión.
"Vinícius ha estado muy bien, ha necesitado dos o tres partidos para recuperar su mejor nivel" aseguraba su entrenador, Carlo Ancelotti, pese a que el extremo, entre risas, comentaba que aún era imposible estar en su mejor versión porque solo llevaba tres partidos.
De igual forma, Vinicius agradeció la ayuda de todos los profesionales y compañeros que han facilitado su presencia y permitido su actuación en el torneo.
A la espalda y en carrera, como más le gusta al brasileño, dejó al Barça contra las cuerdas en apenas 10 minutos. Homenaje a Cristiano en la celebración después de marcar en la nueva casa del portugués: "la celebración es por Cris porque es mi ídolo y ahora está jugando aquí".
Ya en el minuto 39 redondeó la noche perfecta al completar su hat-trick después transformar un penalti que él mismo provocó.
En la segunda parte volvió a ser protagonista, primero, en la generación del cuarto y último gol de Rodygo y, después, en la expulsión por doble amarilla de Ronald Araujo.
El delantero se revolvió tras recibir la dura entrada y encendió al banquillo del Barcelona. En el rifirrafe Vinícius señaló el resultado a los futbolistas catalanes y fue preguntado por el pique en la rueda de prensa.
"No soy un santo. A veces hablo demasiado y hago regates que no debo hacer. Me pongo triste porque todo el mundo se pelea conmigo porque al final sabe que va a salir en la prensa, intento estar tranquilo y centrado en jugar bien el partido. Estoy aquí para mejorar y dar ejemplo a todos los niños que nos ven", dijo.
Un arranque de madurez y humildad del futbolista que varias veces ha sido criticado por tener comportamientos 'poco' deportivos y, sin embargo, después de una noche brillante en lo personal, triunfal en lo colectivo, y muy delicada y dolorosa en Barcelona, el brasileño mantuvo el máximo respeto.