Al primer duelo en los banquillos entre Zinedine Zidane y Ronald Koeman llegó el técnico francés con la necesidad de extender su buena línea en el Camp Nou. Del primer asalto salió ganador, reforzado en una temporada de desgaste ante la obligación de continuas reivindicaciones. El segundo, este sábado, con un Barcelona más rodado, presenta un pulso de trascendencia.
El clásico da una oportunidad de revancha a Koeman ante Zidane. Con más meses al mando, tras haberse ganado su continuidad con un trabajo valorado por sus jugadores y la nueva directiva encabezada por Joan Laporta. No haber dado con la tecla para evitar una nueva eliminación de Champions, marchándose de la competición en los octavos de final ante el PSG, no afecta a la continua recuperación en LaLiga Santander. A un punto de la cabeza.
Con la oportunidad de asestar un doble golpe en el estadio Alfredo di Stéfano. Al Real Madrid en su estadio, alejándole del pulso por el título e invitándole a centrarse en sus opciones en Liga de Campeones, y a la clasificación, asaltando el liderato para aumentar la presión a un Atlético de Madrid con bajas claves en su visita al Betis.
A Koeman le sobró valentía en su primer clásico, pero le faltó reacción desde el banquillo en la lectura del partido, que ganó el Real Madrid por 1-3. Demostró que los galones con él no dependen de la edad y puso a jugar en una gran cita a los imberbes Pedri y Ansu Fati, en un momento del curso en el que Coutinho se imponía a Dembélé y Antoine Griezmann iniciaba en el banquillo uno de esos partidos que marcan.
Pero su equipo se partió desde la falta de estabilidad en el doble pivote, sin soluciones Sergio Busquets ni De Jong a la sorpresa de Zidane en su once. La figura del uruguayo Fede Valverde vivió su gran momento.
Imponiendo su físico, rompiendo líneas con conducción de balón, atacando la profundidad y aportando llegada con un gol que rompió el partido nada más iniciarse. Con lección de Toni Kroos, líder en la creación con un 93% de acierto en el pase, 62 buenos de 69 intentos en un jugador que arriesga en el desplazamiento en largo.
El Real Madrid tiró de compromiso en el primer capítulo del clásico y mostró todo el apoyo de la plantilla a su entrenador cuando asaltaban las dudas. Zizou llegaba en un momento bajo, tras perder ante el Cádiz en Liga en un anticipo de la debilidad como local ante equipos de otras batallas y caer con estrépito en el Di Stéfano ante el Shakhtar. De golpe aparecían las dudas.
Y apostó por sentar a Luka Modric en lo que se podía intuir como inicio del fin hasta que el croata pasó a exhibir la mejor de sus imágenes; con Nacho elegido como lateral ante la baja de Carvajal el día que una lesión provocó que el último recurso, Lucas Vázquez de dos, acabase siendo una solución para toda la temporada. El penalti marcado por Sergio Ramos y la sentencia final de Modric, dejaron en nada el tanto de Ansu Fati en su primera aparición en un clásico.
Koeman sabía cómo ganar al Real Madrid. Lo había hecho con el Valencia en la temporada 2007-08. Fue el día que conquistó el Santiago Bernabéu, el 23 de marzo de 2008, con un doblete de David Villa y un tanto de Javier Arizmendi (2-3).
Doce años después no encontró soluciones en el Camp Nou para superar las líneas unidas del equipo de Zidane. Tardó demasiado en hacer cambios, metiendo al campo a Trincao, Griezmann y Dembélé a ocho minutos del final. Encontrando con tantos delanteros el efecto contrario al que buscaba.
Con la lección aprendida llegará a Madrid, con su equipo más descansado para salir a por la posesión y a hacer correr a un Real Madrid que viene de hacer un gran desgaste físico ante el Liverpool. Provoca que Zidane medite retoques tácticos. Porque enfrente tendrá a un Barcelona diferente, con un 3-5-2 que le ha dado estabilidad.
Es el mismo sistema al que recurrió Zidane para protegerse en las grandes citas y repetir la fórmula del éxito que le impulsó a la conquista de la última Liga. Encajar pocos goles y confiar en marcar gracias a la calidad de sus jugadores en fase ofensiva.
Sin embargo, la lesión muscular de Ramos y el positivo en coronavirus de Raphael Varane provocan la duda. Ante el Liverpool fue a por un buen resultado en el partido de ida de la eliminatoria de cuartos y recuperó el tridente con gran resultado. Vinicius voló y Asensio marcó por cuarto partido consecutivo.
Volver a la fórmula de los tres centrales provocaría que uno de los dos iniciase el duelo en el banquillo, la entrada de Marcelo en el carril izquierdo y el pase de Mendy como tercer central. En el Camp Nou, donde es el técnico con mejores resultados de la historia del club blanco, salió con tridente ofensivo. Sin Eden Hazard, aún inédito ante el Barça por las lesiones, con Asensio y Vinicius más Karim Benzema como gran referente.
Todo apunta a que repetirá buscando el éxito en una semana que marca el rumbo y no pudo comenzar mejor para sus intereses.