La Selección española afronta el próximo viernes, en los cuartos de final de la Eurocopa 2024 ante Alemania, un auténtico reto, un desafío absoluto a lo largo de su historia, tratar de superar al anfitrión de un torneo, logro que tan solo alcanzó en las semifinales de la Liga de Naciones 2020-21 al derrotar a Italia.
Un doblete de Ferran Torres en la primera mitad permitió al equipo que dirigía Luis Enrique Martínez superar al cuadro de Roberto Mancini (2-1) en San Siro y derribar el muro del anfitrión para plantarse en la final, en la que cedió por 1-2 con un polémico tanto de Kylian Mbappe a diez minutos del final. Esa acción, que hoy sería anulada, cambió una normativa del arbitraje para pasar a ser fuera de juego.
Salvo en esa ocasión, a la Selección española absoluta no se le ha dado nada bien cruzarse con los anfitriones de los grandes torneos. Por unas razones o por otras, de una manera o de otra, a lo largo de 90 minutos, de 120 o a través de los penaltis ha salido trasquilada y sumida en la decepción de la eliminación.
Esta historia de sinsabores empezó en los cuartos de final del Mundial de Italia 1934, con el estadio Giovanni Berta de Florencia como escenario. España sufrió lo máximo en lo que se consideró una auténtica batalla. El partido acabó con empate a uno, pero con más de la mitad del equipo de Amadeo García lesionado.
Zamora, Ciriaco, Fede, Lafuente, Iraragorri, Gorostiza e Isidro Lángara no pudieron jugar el desempate, disputado al día siguiente en el mismo lugar. Los azzurri aprovecharon esta ventaja y ganaron con un tanto de Giuseppe Meazza a los 11 minutos para acabar proclamándose campeones.
Tampoco pudo con el anfitrión en el Mundial de Brasil 1950, entonces en una segunda fase que determinaba los puestos del primero al cuarto clasificado del torneo. España fue cuarta. En el camino sucumbió ante la Canarinha en Maracaná de forma contundente, por 6-1.
Rodeado de polémica y víctima del arbitraje del egipcio Gamal El Ghandour, el conjunto español que dirigía José Antonio Camacho vio frenada su marcha en los cuartos de final del Mundial de Japón y Corea 2002 por el cuadro surcoreano.
La Roja mereció más en el estadio de Gwangju, marcó goles, pero le fueron anulados. Empate a cero y a la tanda de penaltis. Un fallo de Joaquín Sánchez dilapidó el sueño y encumbró a los asiáticos hacia unas históricas semifinales.
De forma similar cayó España en los octavos de final del Mundial de Rusia 2018. El equipo heredado a horas del inicio del torneo por Fernando Hierro era claramente favorito, pero se perdió entre una posesión inútil, interminable ante el muro ruso.
Ni siquiera le valió el hecho de adelantarse pronto en el marcador del estadio Luzhniki. De nuevo empate, 1-1, y a la tanda de penaltis, en la que los errores de Koke Resurrección e Iago Aspas significaron el 3-5 y otra vez la frustración.
La edición de 1980, disputada en Italia, no pudo comenzar de buena forma para España. Un 0-0 ante los locales en el Giuseppe Meazza fue el preludio de una participación más que discreta saldada con una eliminación temprana, cuarta de grupo con tan solo un punto, ese conseguido en el encuentro inaugural, porque luego cayó ante Bélgica e Inglaterra por 2-1.
Más dolorosa si cabe, pero más honrosa seguro, fue la derrota cuatro años después ante Francia. Porque fue en la final y porque, de no haber sido por el balón que a disparo de Michel Platini se introdujo Luis Miguel Arconada, el resultado de la lucha por el título en el Parque de los Príncipes podía haber sido bien distinto. El '11' del gallo redondeó el 2-0 en el último tramo con un tanto de Bruno Bellone.
En la siguiente Eurocopa, en Alemania 1988, volvió a sufrir el dolor de la eliminación ante los anfitriones. Tras ganar a Dinamarca y perder con Italia, necesitaba un triunfo para superar la primera fase. Se encontró con la 'Mannschaft' en el Olímpico de Múnich y el resultado fue el mismo, doblete de Rudi Völler, 2-0 y eliminación.
Otro estadio mítico del fútbol mundial, el antiguo Wembley, fue el lugar en el que España vivió su siguiente frustración ante un equipo local. Fue en los cuartos de final de la Euro 1996, también con polémica, buen fútbol y falta de acierto. 0-0, otra vez penaltis y otra vez a la calle.
Fernando Hierro envió el balón al larguero y David Seaman paró el tiro a Miguel Ángel Nadal. Había merecido mucho más el conjunto de Javier Clemente, pero no le dio para progresar.
La decepción contra el anfitrión de un gran torneo de España no sólo es una cuestión de los Mundiales, también se traslada, y ligeramente en mayor medida, a las Eurocopas, en las que se cruzó con el equipo local hasta en cinco ocasiones, sin victoria en ninguna de ellas, la última una derrota por 1-0 frente a Portugal.
Y en el torneo continental de 2004, en la tercera jornada de la fase de grupos, presionado por su resultado anterior (un 1-1 con Grecia que ponía en duda el pase) y por la obligación de ganar, falló contra la selección lusa el 20 de junio de aquel año, doblegada y eliminada por un gol de Nuno Gomes en el minuto 57.
Por otro lado, tampoco se libró España de esta tendencia en la Copa de las Confederaciones, torneo en el que ha participado dos veces.
En la segunda, en Brasil 2013, se plantó en la final tras superar a Italia en los penaltis y en la lucha por el título, en el Maracaná de Río de Janeiro, cedió con claridad por 3-0, con un doblete de Fred y una diana de Neymar que dio una exhibición ante la vigente campeona del mundo.