La Visita ha supuesto un reto de primer nivel dentro del campo audiovisual. El objetivo era transmitir al espectador, en este caso televisivo, la experiencia de una visita en primera persona al museo del Prado, tal vez la pinacoteca más importante del mundo. Es decir, sentir lo mismo que siente cualquiera de sus visitantes y hacerlo en tiempo real. Un documental que sigue el formato “Slow Tv”.
Tras ser aceptado el proyecto, el director y el realizador de La Visita, así como el resto del correspondiente equipo, se desplazan al museo del Prado. Es en este momento de la localización, y siempre en sintonía con los responsables del museo, cuando se perfilan claramente los desafíos a afrontar:
Se estima la duración del programa en casi tres horas.
Se realizará en un plano secuencia.
Se seguirán estándares cinematográficos, tanto en cámara (ópticas) como en iluminación (director de fotografía).
Bajo criterios de contenido, se seleccionan 55 obras. Son las más características del museo. Es decir, aquellas que reflejan de manera más fidedigna la esencia de un museo como El Prado.
En todo momento, la cámara que grabará el documental deberá moverse con naturalidad por las galerías del museo, sin alterar a los visitantes habituales del día de rodaje. Se trata de hacer una inmersión de la experiencia real de un visitante más en el Prado. Recogiendo el sonido ambiente: pasos, murmullos, comentarios ocasionales de otros visitantes…
Se estable la Hoja de Ruta que deberá seguir la cámara, desde su incursión en el museo, por la puerta de los Jerónimos, en la planta 0, introduciéndose en la sala dedicada a la pintura flamenca, hasta el acceso a la planta 1, haciendo uso del ascensor, y finalizando en el último de los cuadros elegidos: “Las hilanderas”, de Velázquez.
Precisamente, esta Hoja de Ruta se traslada a un dossier específico denominado “Planos de recorrido”. Será este documento punto de referencia constante, ya que incluye con detalle no sólo la trayectoria de la cámara sino también los giros de ésta, los objetos a sortear (bancos, esculturas, paneles informativos…) colocados dentro de las galerías y la duración temporal que se debe permanecer en cada obra, entre otros datos clave.
La parte técnica
Ya dentro de la realización del proyecto, uno de los principales problemas es la correcta estabilización. Se barajan diferentes posibilidades técnicas que se encuentran en el mercado. Lo primero que se estudia es la utilización de un steadicam, que se desecha debido a la larga duración del esfuerzo exigido al operador. A continuación, se valora llevarlo a cabo mediante un estabilizador de tres ejes. Si bien esto rebaja el coste de la realización, haciendo esta operación más sencilla, se considera por parte del propio equipo técnico que no está acorde con la calidad del proyecto. El museo del Prado requiere un tratamiento cinematográfico adecuado a las obras que hay que recoger en imágenes.
Se procede entonces a realizar una verdadera labor de investigación y desarrollo. Se diseña de forma exclusiva un dispositivo móvil para la labor de realización, que consta de los siguientes objetos:
Un dolly neumático de fabricación alemana, del que solo se dispone de una única unidad en España. Sus dos ruedas permiten hacer giros precisos. Además su reducido espacio le permite desplazarse entre grupos de personas con naturalidad. Por otra parte, encaja en el volumen disponible en el ascensor del museo, fundamental para mantener el plano secuencia entre la planta 0 y la 1.
Sobre el citada dolly se arman tres sistemas de estabilizadores, que destacan por ser los de más alta calidad disponibles.
Finalmente, los estabilizadores dan servicio a una cámara de formato cine. Se trata de una ARRI ALEXA MINI, la más adecuada para el sistema estabilizador elegido, ya que no se pierde nunca la calidad que requiere este tipo de rodajes. Un óptica que se cuenta entre la mejor del mercado y que permite no solo registrar la sutileza de matices de cada obra maestra del Prado sino también mantener los colores y no aberrar ninguno de los cuadros.
El resultado final es ser lo más fiel posible a la realidad. Un movimiento suave, estilizado, natural pero no orgánico, con una elegante simulación robotizada.
Se realizan diferentes pruebas previas, en pequeños museos y otras localizaciones controladas, donde se perfecciona este novedoso sistema. La siguiente prueba tiene lugar en el mismo museo del Prado, cuando este ha cerrado sus puertas al público. De esta forma, se pasan a limpio las últimas actualizaciones en el dossier “Planos del recorrido”.
Se decide también realizar el futuro rodaje definitivo cuando el museo cierre sus puertas. Por supuesto no se quiere perder la inmersión real de una visita. Para mantener este objetivo se invita a un grupo de unas cincuenta personas, representativas del perfil medio del visitante del Prado, para que compartan la experiencia de visitar el museo. La cámara transitará entre ellos, acompañándolos como uno más.
Finalmente, tiene lugar el rodaje definitivo. Se realiza siguiendo el plan establecido, en tiempo real, tal y como posteriormente se emitió. Se logró así superar un reto de primer nivel dentro del campo audiovisual, que ha sido reconocido desde diferentes ámbitos del sector televisivo y que está llamado a ser referente en futuros proyectos relacionados con el formato “Slow Tv”.