“Se puede ser sensible, llorona, madre y ser líder”
C.M.T
Jacinda Ardern se convirtió en líder del Partido Laborista de Nueva Zelanda en 2017, el 25 de octubre de ese mismo año en Primera Ministra y en la jefa de gobierno más joven de todo el mundo en ese momento. Con 37 años. En el 2020 consiguió la mayoría absoluta para su partido.
Le tocó lidiar con la epidemia de Covid, la erupción del volcán Whakaari en White Island, que mató a 22 turistas, y el tiroteo de Christchurch del 15 de marzo de 2019, cuando un hombre armado entró en dos mezquitas de Nueva Zelanda y mató a 51 personas e hirió a 40. Su respuesta conciliadora a este atentado (“ellos son nosotros”) fue muy elogiada.
Pero el 19 de enero del año 2023, , que se hizo efectiva en febrero. ¿Por qué una mujer tan joven en la cima del poder lo dejó todo?
La razón que dio fue muy humana: le faltaba energía para continuar en el cargo y, además, quería dedicar más tiempo a su familia. Y de eso, precisamente, hizo Jacinda Ardern la clave de su liderazgo: ser humana
Su último discurso en el parlamento neozelandés ha pasado a la historia como uno de los más emotivos que ha visto una cámara.
Vestida con un korowai, una capa maorí tradicional, Ardern hizo referencia a los momentos inusuales que le había tocado gestionar, “una dura cadena de acontecimientos”, con que le había tenido que lidiar durante su mandato como primer ministra “un rol que yo nunca quise tener”, afirmó.
Jacinda se reivindicó a sí misma como una luchadora: ”yo fui una guerrera” y como una luchadora precavida, “anticipé que todo lo que podía salir mal, lo haría”.
Pero, sobre todo, el discurso de Jacinda fue un conmovedor alegato a favor de los sentimientos de los líderes, sentimientos que no deben dejar de lado: “Yo soy sensible o, como me llamó una vez Maggie Barry, un pétalo precioso”, dijo Arden. Pero puedes tener sentimientos y liderar.
“Se puede ser sensible, llorona, madre y ser líder”. Esta frase de su discurso resume su mensaje. No es frecuente que un político diga tales cosas, al contrario, siempre se ha alimentado la imagen de los líderes como personas fuertes que deben estar por encima de sus sentimientos e, incluso, desecharlos, porque son una debilidad. “Algunos dicen que es el peor rasgo para un político”, dijo Arden.
El mundo no estaba acostumbrado a que un político dijera públicamente que puedes ser líder y ser sensible, que, en definitiva, puedes ser líder y ser humano. Jacinda Ardern lo ha dicho claro: “Tú puedes ser esa persona y estar ahí”.