Las voces de Malasaña: un recorrido por las escritoras y pensadoras que dejaron su marca en el barrio

  • Recorremos las calles del castizo barrio junto a la escritora Ana María Rossetti

Madrid se puede recorrer de muchas formas: de museo en museo, de barrio en barrio e, incluso, de fantasma en fantasma. En esta ocasión vamos a hacerlo siguiendo las palabras e ideas de las escritoras que vivieron en uno de los dos barrios de Madrid con nombre de mujer: Malasaña.

La escritora Ana Rossetti nos acompaña en este recorrido por este barrio tan castizo y las escritoras y pensadoras que lo habitaron.

Rosalía de Castro

En abril de 1856 se instaló en la planta baja del número 13 de la calle Ballesta una de las grandes poetas de la historia de España, una renovadora que allanó el camino a la irrupción del modernismo literario, a finales de siglo, y una de las precursoras del Rexurdimento: Rosalía de Castro.

No se conoce cuál fue el motivo que llevó a mudarse a la escritora, aunque es posible que se debiera a un suceso en el que estuvieron implicados los miembros del Liceo de Santiago de Compostela, del que Rosalía participaba activamente.

Ruta por la otra cara de Malasaña:  4 mujeres que crearon, vivieron y transformaron el barrio
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La escritora Ana Rossetti, autora del libro 'Maravillosas' explica que Rosalía "viene aquí a casa de una tía aquí lo que lleva ya está y es cuando escribe su primer libro" que dedicó a su madre.

Estando en Madrid se casó en la iglesia de San Ildefonso con el escritor Manuel Murguía. En lo amoroso no fue el mejor matrimonio del mundo, no se sabe si más por las estrecheces económicas del marido o por el carácter siempre melancólico de Rosalía, empeorado por su mala salud.

Sin embargo, en lo profesional fue positivo para ella, pues Murguía fue un fiel custodio de su vocación, su principal patrocinador ante los editores y quien más la animó a escribir.

Gertrudis Gómez de Avellaneda

La vida de Gertrudis Gómez de Avellaneda estuvo muy marcada por el drama y no solo del tipo teatral, género por el que destacó en nuestras Letras. "Abrió las puertas a que otras dramáticas pudieran estrenar " afirma Rossetti.

Perdió a su padre, capitán de navío, a los nueve años. La madre se casó en menos de diez meses, lo que agrandó aún más la brecha entre ella y una familia que no entendía muy bien que su hija, teniendo el futuro asegurado, quisiera dedicarse a juntar letras.

Llega la primera Ruta del Pintxo a LaFinca Grand Café
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Había destacado ya en Sevilla como escritora, cuando se trasladó al barrio Maravillas el mismo que ahora denominamos Malasaña.

Su belleza y su enorme talento lograron que se pusiera de moda. En 1841 editó Poesías, con un prólogo de Juan Nicasio Gallego. Estrenó dramas y publicó varias novelas, entre las que se citan Dos mujeres y Sab, con enorme éxito.

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En una sesión matinal del Ateneo leyó José Zorrilla unos versos de Gertrudis que fueron del agrado de los asistentes y que le valieron ser acogida en el mundo literario con entusiasmo… pero como una excepción.

"Ella pidió ser admitida en la Real Academia" cuenta Ana, que añade que no la dejaron entrar, pero que "cuando murió había dejado en el testamento que su biblioteca pasará la Real Academia". Por eso, aunque nunca tuvo un sillón "ella sigue estando en la Real Academia"

Clara Campoamor

Un 1 de octubre de hace 89 años las mujeres en España consiguieron tener derecho a voto. Ese hito histórico en nuestro país está ligado a un nombre de mujer: Clara Campoamor.

Nació en el número 4 de la calle del Marqués de Santa Ana. De familia humilde al morir su padre tuvo diferentes trabajos, pero nunca dejó de formarse.

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Uno de esos trabajos fue como secretaria en el periódico La Tribuna. Este puesto hizo que empezara a interesarse en política y comenzó su colaboración en prensa, en publicaciones como El Sol, además de convertirse en asidua del Ateneo.

El derecho al voto de las mujeres se convirtió en uno de sus grandes objetivos tras ser nombrada diputada por Madrid. Tras una brillante defensa de su posición, el 31 de octubre de 1931 su propuesta fue aprobada por el Congreso y ratificada en una segunda votación en diciembre por tan solo cuatro votos de diferencia.