Ilusión con precauciones en los puestos tradicionales de la Plaza Mayor
P.O.
El tradicional mercadillo navideño de la Plaza Mayor es un poco más pequeño este año y con un aforo limitado a 232 compradores o visitantes. Los belenes, los artículos de broma y otros típicos de estas casetas se venden como cualquier otro año, pero con más distancia y con menos afluencia por ahora.
El Ayuntamiento de Madrid fijó en 70 el número de puestos en el centro de la plaza, para garantizar la separación necesaria. Y además se ha vallado el perímetro y dejado un único acceso controlado. Los vendedores de pinos, acebo y musgo no están dentro de este espacio aunque con bastante separación entre ellos.
En la caseta 24-25 José ofrece sus piezas para belenes. Lleva 50 años atendiendo este negocio y la situación creada por la pandemia en la Plaza Mayor es nueva para él, pero no para sus padres. "Un año tuvieron que irse a la Plaza de Santa Ana porque estaban haciendo el aparcamiento subterráneo aquí abajo, se llevaron los puestos a Santa Ana", comenta a Telemadrid.es.
José dice afrontar con optimismo esta campaña navideña porque "he empezado la jornada vendiendo y espero seguir haciéndolo" hasta el último día de apertura.
En el mes de septiembre, al conocer la reducción de espacio en el mercadillo navideño, los comerciantes plantearon la realización de un sorteo de los puestos. Pero al final no ha sido necesario. Muchos de los vendedores han decidido no acudir a la cita de este año. "Creo que algunos no han venido por miedo, el virus se respeta pero si no vengo no como", dice José.
En un puesto de artículos de broma, Ángeles comenta que espera que el mercado se anime un poco más según avance la época y mejore el tiempo. "Al final nadie se ha quedado fuera porque la mitad ha decidido este año no montar o sólo ha cogido un puesto y así nos hemos organizado", asegura en relación al recorte de casetas.
"Ahora sólo faltan los madrileños, que vengan, este es un sitio al aire libre con todas las medidas de seguridad", afirma mientras su marido atiende al inspector de Consumo que recorre las casetas para comprobar que lo que se vende cumple con las regulaciones.
El puesto de Ángeles es como la mayoría una actividad familiar. El suyo, con 60 años de presencia, espera a los bromistas de siempre. Porque a pesar de todo -dice- muchos siguen recurriendo al humor para sortear los malos momentos. "Las bromas que más funcionan son las clásicas, la "caca" es la reina, la conoce todo el mundo pero sigue siendo la más vendida, un señor se acaba de llevar cuatro", nos aclara de manera divertida.
La crisis se ha notado en la producción de algunos artículos. Los fabricantes también se han visto afectados por la pandemia y aunque en los puestos no parece faltar de nada si que reconocen que les gustaría haber contado con más surtido de algunos objetos.
En una de las esquinas de este mercado está la caseta de Juan Carlos que ofrece todo tipo de decoraciones navideñas para el hogar, para los arbolitos o juegos de luces. También artículos infantiles. Él es joven pero asegura que lleva ya 14 años al frente del negocio. "Llevo desde que nací trabajando aquí", afirma.
"Este va a ser un año muy complicado para la venta, que ya es por sí complicada, pero vamos a estar luchando y salvando nuestra Navidad y nuestros negocios", enfatiza Juan Carlos. También se alegra de que al final se hayan podido montar los puestos sin mucho problema, sin dejar a nadie de lado y con los controles que exige el Ayuntamiento de Madrid.
Junto a una mesa llena de acebos está Eduardo. Lleva 40 años vendiendo adornos vegetales en la Plaza Mayor. "Este acebo es repoblado, casi todo viene de Soria", nos explica y a continuación se lamenta "este año viene mal, fatal, fatal" mientras sigue haciendo ramilletes que luego tratará de vender.
Los comerciantes de este mercadillo navideño de la Plaza Mayor confían en mantener alejado al virus y que, conforme avance la época navideña, los madrileños acudan como otros años a comprar o pasear entre los puestos.