La reapertura hace 25 del madrileño Teatro Real fue complicada, con un presupuesto disparatado, retrasos, luchas políticas, la niespera muerte de su arquitecto, y el desplome de una lámpara de 3 toneladas. Pero, en la actualidad su naturaleza es otra, en 2021 fue galardonado como el mejor espacio lírico del mundo.
Construido entre 1818 y 1850 gracias a la afición por la ópera de la esposa de Fernando VII, la reina María Cristina, y de su hija Isabel II, vivió tiempos de gloria hasta que el declive de su estructura, agravado por las obras del Metro, hicieron aconsejable su cierre por el peligro de derrumbe.
En varias ocasiones se intentó su recuperación como centro moderno de ópera, pero ninguna prosperó y el espacio, consolidado solo en su exterior, hubo de limitarse a acoger conciertos de música clásica, las dependencias de instituciones como el Ballet Lírico o la Escuela Superior de Danza o eventos como el Festival de Eurovisión de 1969.
La reforma definitiva comenzó en 1991, pero la inauguración nunca parecía llegar por diferentes motivos, como un alto presupuesto en las obras del mismo.
El Ministerio de Cultura otorgó la continuación de la reforma a Francisco Rodríguez de Partearroyo, que realizó un estudio de alternativas que lo transformaron en un nuevo proyecto y que en 1995 dio por concluidos los trabajos de reforma.
Finalmente, la inauguración llegó el 11 de octubre de 1997 bajo la batuta de Luis Antonio García Navarro para interpretar "La vida breve" y el ballet "El sombrero de tres picos" de Manuel de Falla, en una noche en presencia de los Reyes en la que se olvidaron todos los dramas que se vivieron en su renovación.
En la actualidad, estas tablas recibieron el International Opera Award al mejor teatro de ópera del mundo en 2020 y acaban de ser completamente renovadas al cumplirse 25 años de su colocación.