El diestro Alejandro Talavante protagonizó una faena plena de fantasía al último toro de la corrida de hoy en Castellón, al que acabó cortando las dos orejas para abrir la última Puerta Grande de la Feria de la Magdalena.
FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Garcigrande, el segundo con el hierro de Domingo Hernández, correctos de presentación, nobles y faltos de casta en su conjunto, a excepción del sexto, un gran toro.
Julián López "El Juli", silencio y oreja tras aviso.
Sebastián Castella, que sustituía al peruano Andrés Roca Rey, ovación tras aviso y oreja tras aviso.
Alejandro Talavante, ovación y dos orejas.
En cuadrillas, Juan José Trujillo saludó tras banderillear al sexto.
La plaza se llenó en el último festejo de la Feria de la Magdalena.
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DE LOCOS
El Juli poco o nada pudo hacer con el manso y muy deslucido primero. Quiso mucho el madrileño, pero entre la negativa del animal a embestir y lo mucho que molestó también el viento en ese momento, aquello no llegó a despegar.
El cuarto fue otro manso de solemnidad. No quiso capotes, ni mucho menos pelea en el caballo. Pero el Juli no es torero de tirar pronto la toalla y, a base de ciencia y paciencia, fue haciéndolo poco a poco para acabar recetándole varias series a derechas soberbias.
Abandonado el torero, le "pegó fiesta" también en un final por "luquecinas" de alto voltaje. Tenía las dos orejas en la mano, pero esta vez su mala espada dejaría el premio en singular.
Castella anduvo fácil con el noblote segundo, al que pasó por uno y otro pitón con limpieza y notable solvencia, destacando sobremanera una serie al natural. Acabó el francés acortando distancias y le faltó contundencia con la tizona, cambiando un posible trofeo por un aviso.
El quinto fue otro toro noble y escaso de raza con el que Castella, que empezó faena con su consabido pendulazo, se mostró nuevamente a buen nivel tanto a derechas como al natural en series limpias y de inmaculado trazo.
Volvió a recurrir al arrimón el de Beziers en el epílogo, bernadinas incluidas, y, aunque esta vez sí manejó con acierto la espada y el público le pidió las dos orejas, el usía decretó dejarlo todo en una.
El primero de Talavante, que llegó a arrollarle sin consecuencias en el primer tercio, apenas duró un suspiro; pero lo que aguantó le permitió plasmar un par de tandas al natural de muy buena firma. No acertó el extremeño con la espada y fue ovacionado.
Ya con la tarde vencida y la feria llegando a su ocaso, apareció la magia. Obra sublime la que firmó Talavante a ese último toro de corrida, a la postre, el mejor de todo el envío. Ya brilló el extremeño manejando con variedad el percal, pero lo gordo llegó en el último tercio.
Sin miramientos, de frente, la muleta a la izquierda... y a torear. Las primeras series fueron simplemente sublimes por la hondura, la cadencia y la elegancia que imprimió el extremeño, que también lo bordó sobre la diestra.
Roto, entregado y, lo mejor de todo, improvisando y tirando de fantasía para intercalar una trinchera, el de la firma, uno de las flores, otro afarolado o una arrucina. Magnífica actuación de Talavante, que agarró una buena estocada y logró las dos orejas que le abrían la Puerta Grande para poner el mejor cierre posible a la Magdalena de Castellón.