La Academia de las Artes Escénicas de España recupera con una publicación la memoria de la gran actriz cómica Loreto Prado, reina de la parodia y del disparate, coetánea de María Guerrero, Margarita Xirgu o de la cupletista Raquel Meller, pero también se la descubre como la antecesora de Lina Morgan.
Loreto Prado (Madrid 1865-1943) es una de las grandes figuras de la escena española del período que va de finales del siglo XIX a la posguerra, época dorada del teatro en la que se cristalizó el teatro por horas.
"Género que surgió para sortear la crisis ofreciendo obras cortas a precios bajos y en el que ella reinó como ninguna otra de sus contemporáneas", ha explicado este miércoles en rueda de prensa Antonio Castro, autor de "Loreto Prado, la reina del teatro por horas", publicado por la Academia de las Artes Escénicas de España.
La Prado, que se dedicó al "género chico", formó compañía durante medio siglo junto a su compañero Enrique Chicote, "que no marido", ha puntualizado el autor de este libro, quien ha añadido que ambos hicieron a lo largo de su vida un vasto repertorio de más de quinientos títulos adaptados a los gustos del público, "algo que ahora es impensable".
Su encanto, simpatía y una gran técnica interpretativa la convirtió en una actriz muy querida. "No he leído de ella ni una sola crítica mala", ha añadido el autor que, tras una extensa labor de investigación, dibuja la vida y obra de esta menuda mujer que triunfó en el teatro por horas, "como si fuera una jornalera".
Fenómeno de masas
Para varias generaciones de madrileños, Loreto Prado formó parte del paisaje urbano. "Más que actriz fue un fenómeno de masas", ha dicho Antonio Castro, quien ha detallado que "los padres llevaban a sus hijos a verla, hiciera lo que hiciera. Esos hijos, a su vez, llevaban también a los suyos y así durante casi sesenta años".
Veinte años después de fallecer Loreto, los teatreros le encontraron una sucesora: Lina Morgan. "Lina también fue la reina de la mueca, de la parodia, del disparate", ha contado el autor, quien ha recordado que al igual que La Prado, los espectadores acudían a La Latina a ver a Lina, sin importarles qué espectáculo estuviera representando.