- Compartir:
- Compartir en Facebook
- Compartir en Twitter
- Compartir en Whatsapp
- Compartir en Messenger
- Compartir en Messenger
El Madrid de los Templarios
- Los templarios también estuvieron en Madrid, te descubrimos su huella
La Orden del Temple estuvo activa algo menos de dos siglos, pero en ese tiempo dejó una huella tan profunda que hoy en día, más de siete siglos después de su disolución (1312), la mera mención de su nombre desata en la imaginación colectiva ecos de leyendas y tiempos heroicos.
Del paso de los templarios por España hay mucha documentación, ayudaron a los reyes cristianos en la Reconquista y en la repoblación de los terrenos conquistados y construyeron ermitas y castillos por todo el territorio. ¿Y en Madrid? Sí, aquí también dejaron su huella los Pobres Caballeros de Cristo del Templo de Salomón, los monjes guerreros de la Orden del Temple.
En busca del arca perdida... en Pinto
En la plaza de Egido de la Fuente, de Pinto, se puede ver actualmente un curioso monumento. Es una columna sobre un pedestal situada en la confluencia de la calle del Hospital con otra vía que cambió de nombre en 1935. Ahora se llama Maestra María del Rosario pero antes se conocía, oficial y extraoficialmente, como ‘Calle del Arca’, un nombre que nos lleva a los orígenes de Pinto… y a los templarios.
La columna tiene dos placas, una de ellas nos cuenta una antigua historia:
“Cuenta una leyenda que en tiempos de moros y cristianos los hijos del Islam midieron estas tierras de parte a parte, situando en este punto el Centro Geográfico de la Península Ibérica: y que justo aquí enterraron un arca con los instrumentos utilizados en sus mediciones”
Según esta leyenda, una vez enterrada el arca y para identificar el lugar, los árabes taparon el hoyo con una losa (‘piedra xata’) en la que grabaron una equis. El arca en cuestión no es la que busca Indiana Jones en el cine desde hace cuarenta años, la de la Alianza, pero algo debía tener cuando, según se cuenta, los mismísimos templarios fueron hasta Pinto, posiblemente en su busca.
Y los templarios llegaron a Pinto
Pinto siempre ha sido un cruce de caminos, un punto de paso obligado para aquellos que cruzaban la península de norte a sur, un lugar habitado desde tiempos remotos, donde también los romanos decidieron establecerse. Y fueron éstos, y por aquellas razones, los que dieron nombre al municipio, Punctum, que significa ‘punto de paso’, que por corrupción de lenguaje terminó derivando en ‘Pinto’.
En un documento de 1612 sobre la creación de la orden franciscana, se menciona un convento de Pinto que había pertenecido a los Templarios. Según la leyenda, llegaron para buscar el arca enterrada por los árabes, por considerar que su contenido les conferiría cierto poder o sabiduría. O, quién sabe, puede que Pinto les interesara simplemente por su posición estratégica. O ambas cosas, que por lo que sabemos de los templarios, no daban puntada sin hilo.
En todo caso, aunque sabemos dónde estuvo el arca, ni ella ni su contenido aparecieron jamás. ¿La encontraron los templarios?
Templarios en Campo Real
En lo alto de un cerro, dominando el madrileño pueblo de Campo Real, se alza la imponente Iglesia Parroquial de Santa María del Castillo. Por su emplazamiento y su forma recuerda a un castillo y de hecho se levanta sobre los restos de uno de elllos, de ahí viene su nombre.
En los alrededores se han descubierto varios pasadizos y en 1976, mientras se realizaban unas obras en el recinto de la iglesia, se descubrió una escalera que descendía hasta lo que parecía un aljibe subterráneo, que confirmó la existencia en el lugar de un antiguo castillo hispanoárabe.
Se sabe que los templarios buscaban el conocimiento de los musulmanes, con el que habrían entrado en contacto en Tierra Santa durante las Cruzadas, y buscaban emplazamientos habitados por ellos, sobre todo si tenían pasadizos subterráneos por los que parecían tener una devoción especial.
Sobre los restos de la fortificación musulmana de Campo Real los templarios habrían levantado un castillo, con una iglesia en su interior. Cuando se disolvió el Temple, el recinto pasó a manos de los Hospitalarios, como ocurrió con muchas de sus propiedades. Y con el tiempo, el castillo se transformó en la iglesia que hoy conocemos.
Castillo de Santorcaz
Santorcaz es un municipio de la Comunidad de Madrid, de apenas 900 habitantes, situado a 50 km al este de la capital, cerca de la frontera con Guadalajara. Su término municipal guarda los restos de un castillo del siglo XIV levantado sobre los restos de otro anterior del siglo XII.
El castillo de Santorcaz, o de Torremocha, llamado así tras la caída de una de sus torres en el S. XIX, forma parte de un conjunto fortificado con siete torres defensivas. La iglesia de San Torcuato forma parte del recinto.
Algunos historiadores defienden el origen templario del primitivo castillo, cuentan que la Orden del Temple lo habría construido para la defensa de Alcalá de Henares. Llama la atención la forma de triple recinto que heredó el castillo más moderno, una construcción que solían utilizar los templarios.
Templarios aparte, el castillo tiene una historia muy interesante y entre sus muros estuvieron presos personajes tan ilustres como el Cardenal Cisneros y Ana Mendoza de la Cerda, princesa de Éboli.
La bóveda del Palacio de Laredo
Hay otro indicio del posible origen templario del Castillo de Santorcaz en la bóveda del salón de los Reyes del Palacio de Laredo en Alcalá de Henares. En ella están representadas estrellas y constelaciones y una inscripción da fe de la construcción del castillo de Santorcaz en 1377. En ciertas horas del día la luz incide sobre las estrellas y les proporciona un brillo metálico que confiere a todo el conjunto una especial belleza.
El escritor, guionista y director de cine Juan G. Atienza recorrió España recopilando datos sobre los templarios, historias antiguas olvidadas del Camino de Santiago y leyendas populares que recogió en varios libros. Afirmaba que en el antiguo castillo de Santorcaz existió una bóveda donde se habrían pintado las constelaciones conocidas en la época. Esta representación se había trasladado, cuenta, al Salón de los Reyes del Palacio de Laredo y es la hoy conocemos.
Una pintura semejante en el s. XII demostraría conocimientos astronómicos avanzados, que no estaban al alcance de todo el mundo y eran uno de los intereses principales de la Orden del Temple.
Cueva de la Luna en Titulcia
A mediados del siglo XX se descubrió en Titulcia la llamada ‘Cueva de la Luna’, un laberinto subterráneo de galerías, descubiertas a partir de un hueco en la pared de un restaurante. Forman un cuadrado en cuyo centro existe una sala circular coronada por una cúpula de la que parten pasadizos que comunican con los diferentes lados del cuadrado.
Sobre la cueva se cuentan muchas historias y atrae cada año a numerosos amantes de lo esotérico, queda mucho por descubrir sobre ella y es, sin duda, una de las construcciones más enigmáticas y curiosas de la Comunidad de Madrid.
Se ha atribuido su origen a los templarios al haberse encontrado en una de sus paredes el símbolo de la ‘cruz patada’, emblema de la Orden. Pero no parece cierto que los monjes guerreros la utilizaran para sus ritos iniciáticos, ni para ningún otro uso, ya que su construcción es mucho más reciente, data del siglo XVI y se atribuye al Cardenal Cisneros. Lo que no impide que la cueva sea interesante por muchos otros motivos.
La Cueva de la Luna es una muestra de que no todo lo esotérico es templario, lo que sí parece demostrado es que el Temple estuvo presente en la zona que ahora ocupa la Comunidad de Madrid aunque no de manera tan intensa como en otros lugares. No es algo tan extraño, habida cuenta de la localización geográfica de la región y de que ha estado habitada desde tiempos primitivos. A su paso, los monjes-guerreros dejaron los indicios que ya hemos contado, es posible que con el tiempo se descubran otros nuevos.