Se le ve y lo dice. Manolo García ha disfrutado mucho de la elaboración de su último disco, "Todo es ahora", grabado en Nueva York junto a músicos internacionales de primer nivel y con el nervio roquero muy vivo, sin perder un verbo fácil, meticuloso y algo lorquiano.
"Yo, más que un poeta, soy un garrulo en Nueva York", bromea desde la modestia este absoluto humanista, compositor, pintor y fotógrafo, "nada mitómano, aunque sí disfrutador de músicas", capaz de aunar en uno de sus nuevos temas a Triana con David Bowie.
Escuchando estaba el último disco del Duque Blanco, "A new day", cuando decidió "tirar la caña" por si conseguía fichar a sus artífices para grabar con ellos su sexto disco de estudio en solitario, tras "Los días intactos" (2011).
"Son músicos muy cariñosos, que han trabajado con una gente estupenda y que solo sabían de mí que me llamo Manolo", dice de colaboradores habituales de John Lennon, Bruce Springsteen o Patti Smith.
Ellos escogieron el Clubbhouse Studio de Rhinebeck, en EE.UU. y García, que no es nada amigo de ataduras ni servidumbres, entre ellas la del "whatsapp", tiró para allá con unos pocos bártulos y algunas pistas grabadas con la virtuosa guitarra de José Manuel Cañizares, que se percibe en cortes como "Todo es ahora", que da título al álbum.
"A mí lo de Nueva York me la 'repanpinfla'; si yo soy de un pueblo que se llama Barcelona", dice restándole importancia al lugar. Para él, "lo importante son las canciones" y llegar a ellas a través de unos músicos talentosos que cubrieron de guitarras sus creaciones.
Explica que ese redivivo pulso roquero viene de que "cuanto más viejo, más combativo", una actitud que se percibe en las letras de temas "más ariscos" como "Subo escalas, bajo escalas", donde carga contra las "mentes de páramo gélido", "iletrados" que no estiman las humanidades y que, en su opinión, han descapitalizado el sistema educativo español "para que solo estudien los ricos".
En contra de ello, y echando mano del "cabreo compartido" por los escándalos de corrupción, considera que la ciudadanía no puede desentenderse del sistema tras depositar su voto y que debe exigir a los políticos cambios e integridad.
"Se equivocará o no, pero al menos a Pablo Iglesias le entiendo cuando habla", dice, aunque rechaza utilizar su discurso de "la casta" o pronunciarse sobre la orientación del voto, "que es muy personal".
La filosofía del "carpe diem", como libertad también para equivocarse, puebla a sus anchas en el amplio repertorio -catorce canciones-, especialmente en el primer corte, "Caminaré", y en el single, "Mejor es sentir".
"Yo soy de pensar las cosas tres segundos antes de acometerlas", señala, una actitud que solo le deja espacio para ser constante en la música.
DEDICA UNA CANCIÓN A SU PADRE FALLECIDO
De su padre, fallecido recientemente, ha guardado en una canción, "Pan de oro", un dicho que también va en esa dirección, "todo en esta vida tiene su tiempo", uno de los pocos apuntes autobiográficos que se permite, pues se considera más un "músico de hoguera", es decir, de los que capturan el fuego de historias ajenas.
Lo asegura al inquirirle sobre los temas más sentimentales, que aquí hablan de relaciones tormentosas y dependientes en más de un sentido. "No tengo nada que contar de mí porque no tengo nada que ocultar", añade.
"Todo es ahora" se presenta acompañado de un segundo CD con las maquetas, un gesto de mimo al formato físico, que parece condenado a la extinción muy a su pesar.
"Jamás haría lo que U2", dice sobre la estrategia seguida por el grupo irlandés de entregar su música de forma gratuita a través de un acuerdo con iTunes.
"Nos obligan a vender vía digital", subraya García, que se alegra del repunte del vinilo frente al paulatino empobrecimiento de la industria musical, cada vez en menos manos, y que se ha negado repetidamente a que, por ejemplo, la música de El Último de la Fila forme parte del catálogo de la famosa plataforma digital.
Decidido a cuidar su último trabajo, aún no se ha planteado siquiera las formas y tiempos de la gira de presentación del mismo, para darle a cada paso del proceso la atención merecida. Como decía su padre, "todo a su tiempo".