Tenía "hambre de España", lo dejó claro en la última edición de los Goya y, por fin, ocho años después de estrenar Sólo quiero caminar, de Agustín Díaz Yanes, Victoria Abril regresa al cine español vendiendo "juventud eterna" en Nacida para ganar, el segundo largometraje de Vicente Villanueva.
"Con crisis o sin crisis, lo que vende siempre es la autoayuda y la juventud eterna", ha asegurado a Efe la actriz, que hace de sí misma, pero en versión arpía, en esta comedia surrealista rodada en Móstoles y con mucho costumbrismo cañí.
Victoria Abril es la líder en España de SayLife Corporation, parodia de uno esos negocios piramidales de belleza que basan su éxito en atraer a sus "víctimas" con una especie de "autoayuda barata" que consiste en pensar que se atrae lo que se piensa.
En el guion inicial el personaje era una americana llamada Meredith que la actriz asegura que no podía hacer. "Pero me gustaba tanto el guion que invité a Vicente a París (donde vive desde hace años) y le dije que quería estar en la película", relata.
"Él me propuso que en lugar de ser americana fuera Victoria Abril. Yo le dije, '¿Yo, esta arpía? Estás loco, si hago esto no vuelvo a España en otros 20 años', pero luego me di cuenta de que podía enganchar con el espectador", añade, aunque insiste en que "no hay nadie más radicalmente opuesto" a ella que esta Victoria Abril.
A su lado, Villanueva explica que este tipo de negocios en Estados Unidos, de donde proceden, suelen estar apoyados por una persona muy conocida, para hacerlo más creíble. "Esa filosofía yankee de la automotivación siempre me ha hecho mucha gracia, es un engañabobos. La vida es lo que es, a veces pasan cosas buenas y a veces malas, pero esto es como una religión, te hacen creer que atraes la abundancia", describe Villanueva.
"Me hacía gracia trasladar eso a la cultura mediterránea, que somos otra cosa. Es aún más patético ver a gente de Móstoles tratando de convencerse de que se atrae lo que se piensa", añade el director valenciano y rápidamente deja claro que le fascina Móstoles y su casticismo.
Las víctimas más inmediatas de esta Victoria Abril versión "máster platino" son María Dolores, interpretada por Cristina Castaño, y Alexandra Jiménez en el papel de Encarna, una vendedora de colchones cuya vida parece marcada por su nombre y el lugar en el que vive.
"La película tiene un tono muy específico", dice Jiménez. "Tiene mucha retranca y un aire cruel, y al mismo tiempo es muy tierna y logra que empatices con las tres, porque al final es una comedia de tres grandes perdedoras", afirma la actriz, que este año ha estrenado también las comedias Embarazados y Kiki el amor se hace.
"Perdedoras pero luchadoras", precisa Villanueva, conocida por su participación en series como La que se avecina, Al salir de clase o Herederos y que valora especialmente de este guion que se trata de "una historia de mujeres".
Villanueva cuenta que para preparase el papel se introdujo en la red de una marca norteamericana con presencia en España, similar a la que se retrata en la película. "Me intentaron captar, siendo una actriz conocida era la víctima perfecta", cuenta. "Fue muy interesante y saqué muchas cosas para María Dolores".
Según Jiménez, este mundo de los negocios piramidales está más cerca de nosotros de lo que creemos. "Está por todas partes y todos conocemos a alguien que ha formado parte del negocio y ha palmado pasta", asegura. Sus palabras no pueden sonar más certeras. En la habitación de hotel de al lado a la que se encuentran hay una convención de una marca internacional de productos de belleza, de la que salen y entran mujeres con maletines.