La OCDE ha revisado a la baja las previsiones económicas para España teniendo en cuenta el impacto de la guerra en Ucrania, y calcula que este año crecerá un 4,1 % frente al 5,5 % que había estimado en diciembre, mientras la inflación media se disparará al 8,1 % frente al 3 % de 2021.
En su informe semestral de Perspectivas Económicas publicado este miércoles, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) anticipa un crecimiento de solo un 2,2 % en 2023 con una inflación que se mantendrá relativamente elevada aunque menos fuerte, con un 4,8 % de media.
En su informe semestral de Perspectivas publicado este miércoles, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) se muestra particularmente dura con Rusia y se convierte en un portavoz más de los que piden endurecer el embargo a su petróleo, al tiempo que subraya que la principal urgencia es impedir una crisis alimentaria que podría afectar a países pobres.
Sus expertos calculan que, más allá de los contendientes (Ucrania y Rusia) la región más afectada será Europa por su elevado grado de dependencia de ambos países, y sobre todo con las importaciones energéticas rusas.
Se muestra más pesimista que el Gobierno, que espera una progresión del producto interior bruto (PIB) del 4,3 % este año y del 3,5 % el próximo.
También ve las cosas peor en lo que se refiere a la inflación que la Comisión Europea, que a mediados de mayo proyectaba un índice de precios al consumo medio en 2022 del 6,3 % en España y del 1,8 % en 2023.
La corrección a la baja de las previsiones de crecimiento desde el anterior informe de la OCDE del 1 de diciembre es general para casi todos los miembros y particularmente fuerte en los países de Europa continental, que están entre los más afectados por la invasión de Ucrania.
Esa corrección, de 1,47 puntos porcentuales para España, es todavía mayor para Francia (1,83), Italia (2,09) y sobre todo Alemania (2,19). Por debajo se quedan Estados Unidos (1,28) o el Reino Unido (1,10).
UN CRECIMIENTO ELEVADO ENTRE LOS PAÍSES DESARROLLADOS
Al final, el aumento del 4,1 % del PIB español en 2022 que estiman los autores del estudio será netamente superior al de los otros grandes países desarrollados como son Estados Unidos (2,5 %), Reino Unido (3,6 %), Italia (2,5 %), Francia (2,4 %) o Alemania (1,9 %). El único que está por encima es Australia (4,2 %).
Esas cifras, que comparativamente pueden parecer buenas, hay que relativizarlas porque España es uno de los países más retrasados en la recuperación de la actividad económica que tenía a finales de 2019, antes de que comenzara el choque del coronavirus.
La OCDE considera que la alta inflación y la incertidumbre van a reducir el gasto de las familias en España y que los cuellos de botella en el aprovisionamiento de semiconductores también limitarán la inversión privada y las exportaciones.
La tasa de paro, que lleva dos años a la baja, se reducirá del pico del 15,5 % en 2020 al 13,6 % en 2022, pero volverá a subir al 13,9 % en 2023.
LAS AYUDAS POR LA ENERGÍA, SELECTIVAS Y TEMPORALES
Los autores del estudio insisten en que las medidas fiscales para hacer frente a los efectos de corto plazo del choque de la energía sobre las familias y las empresas vulnerables tienen que ser selectivos y temporales.
Al mismo tiempo, consideran que tiene que aplicarse una estrategia de ajuste fiscal a medio plazo para empezar a disminuir de forma gradual el déficit y la deuda pública.
En su periodo de previsiones, el déficit bajará del 6,9 % del PIB en 2021 al 5 % en 2022 y al 4,2 % en 2023.
La deuda, por su parte, disminuirá pero algo menos de lo que augura el Gobierno y a niveles todavía muy superiores al 98,3 % del PIB que había en 2019, antes de que estallara la crisis de la covid: del 118,6 % en 2021 al 115,6 % en 2022 y al 113,1 % en 2023.
La OCDE hace notar que aunque el porcentaje de los acuerdos salariales que incluyen cláusulas de indexación con la inflación aunque es "moderado" está creciendo, con el riesgo de que eso contribuya a una mayor espiral inflacionista. De ahí la importancia de que haya un acuerdo de los agentes sociales para impedirlo.
Otros puntos reseñados son la necesidad de una mayor cooperación entre los socios europeos para que España aumente las interconexiones energéticas con el resto de Europa (un problema bloqueado sobre todo por las resistencias de Francia) y una mejora de la eficiencia energética.
A su parecer, los objetivos climáticos necesitan "un marco regulatorio de largo plazo predecible", incentivos para movilizar la inversión privada, capacidad de almacenamiento, una gestión por el lado de la demanda y la digitalización para un uso efectivo de las energías renovables.