Los huelguistas bloqueaban este martes la salida de carburantes en todas las refinerías de Francia, así como la circulación en vías de acceso de algunas ciudades en una jornada de paros y manifestaciones que se prevé masiva para forzar al Gobierno a dar marcha atrás a su reforma de las pensiones.
"El objetivo es que el Gobierno retire su proyecto de reforma", repitió el secretario general de la Confederación General del Trabajo (CGT), Philippe Martínez, en una entrevista esta mañana a la emisora France Info, en la que hizo hincapié en que con esta sexta jornada de protestas se ha entrado en "una nueva fase".
Martínez, líder de la segunda central del país, subrayó que el lema común de todos los sindicatos en esta nueva fase que se abre hoy es "paralizar el país".
Eso significa -precisó- perturbaciones en los transportes, en la electricidad, en el gas, en la recogida de basuras pero también "huelgas en el sector privado".
Preguntado sobre la prolongación de los paros el miércoles y los días siguientes, Martínez precisó que no es él quien decide, sino los trabajadores de cada empresa. Pero al mismo tiempo constató que eso ya se ha votado por ejemplo en la compañía ferroviaria SNCF, en la energía o en los puertos.
Sobre todo, hizo hincapié en que la responsabilidad es del Gobierno que "provoca el movimiento social" al hacer oídos sordos al "91 % de los trabajadores, que dicen que no es una buena reforma".
El proyecto de ley del Ejecutivo de Emmanuel Macron, que está en trámite parlamentario -actualmente en el Senado-, prevé en particular el retraso de la edad mínima de jubilación de los 62 años actualmente a 64 y una aceleración del alargamiento del periodo de cotización que da derecho a una pensión completa hasta 43 años.
Alrededor de 320 manifestaciones están convocadas hoy por toda Francia, en las que los servicios de información de la policía esperan entre 1,1 y 1,4 millones de personas. Es decir, que se podrían superar los 1,27 millones del 31 de enero (siempre según el Ministerio del Interior), que hasta ahora ha sido la más multitudinaria.
Los paros se están haciendo notar mucho en el transporte público. La SNCF ha tenido que anular de media el 80 % de los trenes de alta velocidad (TGV) y prácticamente todos los otros trenes convencionales de largo recorrido.
En las líneas internacionales, no hay ningún servicio en el corredor París-Barcelona ni en las líneas entre Francia y Alemania; sólo un tren de ida y vuelta en los enlaces con Italia, y un 20 % de los habituales en las conexiones con Suiza.
Funcionan dos tercios de los Eurostar con Londres y también dos tercios de los Thalys que van de París a Bruselas. En los cercanías de París, dependiendo de las líneas entre un tercio y una quinta parte de los convoyes habituales. En el metro de la capital sólo hay servicio normal en las dos líneas automáticas, la 1 y la 14. Las otras apenas están a medio gas y sólo en horas punta.
En el transporte aéreo, la huelga de controladores ha obligado a la supresión del 20% de los vuelos en Charles de Gaulle y del 30% en el otro aeropuerto de París, así como en los de Beauvais, Burdeos, Lille, Lyon, Nantes, Marsella, Montpellier, Niza y Toulouse