El exprimer ministro de Camerún Philémon Yang fue designado este jueves presidente de la Asamblea General de la ONU para su próximo período de sesiones, que empezará en septiembre.
Yang, que era el candidato de consenso del grupo de Estados africanos, se desempeñó como primer ministro de Camerún de 2009 a 2019 y ha ocupado puestos en su país de gran responsabilidad en diversas carteras, como las de Energía, Administración Territorial y Presidencia, durante las últimas cuatro décadas.
De 76 años, licenciado en Derecho y con estudios internacionales en Administración y Judicatura, el político ha dirigido delegaciones de su país en cumbres económicas de alto nivel celebradas en Washington D.C., Londres o Nueva Delhi y durante catorce años fue decano del cuerpo diplomático camerunés en Canadá.
En un profundo discurso, el presidente electo subrayó que trabajará para atajar retos como el de los "conflictos latentes de Gaza o Ucrania", la crisis climática o la inteligencia artificial (IA).
"En esta era digital, la inteligencia artificial ha aumentado las oportunidades pero también los desafíos. El mínimo error nos puede borrar de la faz de la Tierra", recalcó Yang, que dedicó buena parte de su intervención a la IA.
Como "orgulloso" africano, Yang también dijo que se enfocará en "retomar una voz realista con la imagen actual de los pueblos y naciones" de su continente.
Justo antes del discurso del representante camerunés, el presidente saliente, Dennis Francis (Trinidad y Tobago), realzó la "inquebrantable dedicación a los principios de paz, desarrollo sostenible y dignidad Humana" de Yang durante toda su carrera.
El secretario general de la ONU, António Guterres, también se dirigió a Yang, quien, según el político portugués, llega en un "difícil momento" donde "sigue habiendo violencia, crisis climática y los objetivos de desarrollo sostenible no se están cumpliendo", pero aún queda "esperanza" para conseguir un "mundo más pacífico".
El cargo de presidente de la Asamblea General tiene principalmente funciones representativas y de organización de los trabajos del órgano, pero escaso poder real en una organización donde casi todas las decisiones están condicionadas al Consejo de Seguridad y sus cinco potencias con asiento permanente y poder de veto (Estados Unidos, Rusia, China, Francia y el Reino Unido).