El ultraderechista Matteo Salvini, actual vicepresidente y ministro del Interior de Italia, se está convirtiendo en la figura más visible del Gobierno con su discurso radical contra la inmigración, eclipsando a socios del Movimiento Cinco Estrellas (M5S) y disparando su popularidad y la de la Liga.
Salvini ya advirtió en campaña electoral que trabajaría para frenar los flujos migratorios hacia Italia, aceleraría las expulsiones masivas de irregulares en el territorio y cerraría los campos de gitanos.
Desde que ostenta la cartera de Interior, hace menos de un mes, Salvini ha impedido atracar en puerto italiano al barco Aquarius, que finalmente tuvo que desembarcar en España, con 630 inmigrantes a bordo.
Ha asegurado que no permitirá a las ONG llevar a los inmigrantes salvados a Italia y ha exigido un cambio a la Unión Europea (UE) en el reglamento de Dublín, que establece que el país que debe hacerse cargo de una solicitud de asilo es aquel en el que el demandante pisó por primera vez territorio comunitario.
Además, ha iniciado contactos con países del centro de Europa y ha propuesto en clave nacional llevar un control de los gitanos residentes en Italia para saber quiénes han nacido en el país y quienes no.
Y la mano dura de Salvini contra los inmigrantes, aunque recoge críticas fuera de Italia, le está dando resultado en su país, según los últimos sondeos.
Una encuesta realizada por el instituto Ipsos para el "Corriere della Sera" avanzó esta semana que si se celebraran elecciones generales la Liga sería el partido más votado, con el 30,1 % de los sufragios, por delante del M5S, con quien comparte Gobierno, que obtendría un 29,9 %.
La cifra es llamativa teniendo en cuenta que en las generales del pasado 4 de marzo, la Liga registró un apoyo del 17 % y el M5S del 32,7 %.
Salvini se hizo con las riendas de la Liga Norte -que en estas últimas elecciones ha eliminado la palabra Norte- en 2013, cuando la formación obtuvo solo un 4 % de los votos, los peores resultados de su historia.
En solo cinco años la ha convertido en una fuerza política de gran relevancia a nivel nacional y en los comicios generales de marzo superó a Forza Italia, de Silvio Berlusconi, con lo que se hizo bastión de la derecha.
Ahora, está sacando provecho del nuevo Gobierno italiano y lo está utilizando como trampolín para conquistar al electorado descontento.
Según un sondeo del instituto Ixè para el diario "Huffington Post", el 72 % de los italianos apoya su gestión contra la inmigración.
Uno de cada dos votantes del Partido Demócrata (PD, centroizquierda) está de acuerdo con su línea y el porcentaje aumenta hasta el 79 % entre los votantes del M5S.
Salvini ha puesto el foco de la atención mediática europea en la cuestión migratoria, después de que en los últimos cinco años el PD pidiera en reiteradas ocasiones ayuda a la UE para dar una respuesta conjunta a esta crisis.
Lo está haciendo con un discurso extremista y provocador, y que ha dejado perlas como la de "Italia no puede transformarse en un campo de refugiados".
También ha criticado a España por no asumir sus compromisos de acogida de inmigrantes llegados a Italia y ha invitado al actual gobierno de Pedro Sánchez a recibir "las cuatro próximas barcazas" que partan desde Libia.
Este mismo jueves, llamó a los voluntarios de la ONG alemana Lifeline "desgraciados" por rescatar a 224 personas en el Mediterráneo y "cargar su cantidad de carne humana a bordo" en lugar de no intervenir, como les pedía la Guardia Costera italiana.
Pero además, en calidad de vicepresidente, se atreve a dar consejos al primer ministro, Giuseppe Conte, y esta semana ha considerado que no debería acudir a la cumbre informal sobre inmigración y asilo que se celebrará el domingo en Bruselas si Alemania y Francia ya llevan un acuerdo escrito de antemano.
En su opinión, la labor de Conte debe ser "ir a Europa a cambiar las normas (sobre inmigración) que están dañando a Italia".
La semana pasada también admitió que comprendería que Conte anulase la reunión que tenía programada con el presidente de Francia, Emmanuel Macron, después de que este acusara a Italia de "cinismo" por no dejar desembarcar en sus puertos al Aquarius.
Mientras, Luigi Di Maio, también vicepresidente del Gobierno, ministro de Desarrollo Económico y Trabajo y Políticas Sociales, y líder del M5S, permanece en un segundo plano, mantiene reuniones con diversos colectivos y asegura que este Ejecutivo "va a cambiar el país".