El presidente de EE.UU., Donald Trump, amagó ayer por primera vez con utilizar a las fuerzas armadas como "opción" en Venezuela, contra cuyo Gobierno había liderado una ofensiva diplomática desde que llegó en enero a la Casa Blanca.
"Tenemos muchas opciones para Venezuela, incluida una posible opción militar si es necesario", dijo Trump, flanqueado por su secretario de Estado, Rex Tillerson; su embajadora ante la ONU, Nikki Haley; y su asesor de seguridad nacional, Herbert Raymond McMaster.
"Tenemos tropas por todo el mundo, en lugares muy, muy alejados. Venezuela no está muy lejos y la gente está sufriendo y están muriendo", agregó el presidente, al afirmar que el país caribeño está sumido en un "lío muy peligroso".
Este amago llega apenas días después de que Trump calificara por primera vez al presidente venezolano, Nicolás Maduro, como un "dictador", un movimiento que han seguido otros países como Perú y Colombia.
Aunque Trump llegó a la Casa Blanca con promesas de no intervencionismo, Venezuela ha estado en su punto de mira desde el primer día y ha sido uno de los principales asuntos encima de la mesa en sus conversaciones con mandatarios latinoamericanos.
Asesorado por el senador de origen cubano Marco Rubio, Trump ha instado al Gobierno de Maduro en reiteradas ocasiones a liberar a los políticos presos y convocar elecciones presidenciales, entre otras demandas.
Trump, de hecho, llegó a recibir en el despacho oval a Lilian Tintori, esposa del opositor Leopoldo López, ahora bajo arresto domiciliario, para el que pidió la libertad.
Esa ofensiva vino de la mano de los esfuerzos de la Organización de Estados Americanos (OEA), con el denominado "grupo de los 14" países que promovieron en el organismo liderado por Luis Almagro aislar a Maduro y forzar cambios en Venezuela.
Sin embargo, las presiones de Washington a Caracas aumentaron a medida que se acercaban las elecciones a la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) del 30 de julio, un organismo que Estados Unidos considera "ilegítimo" y que no reconoce.
Pasados los comicios, que el chavismo consideró un éxito en su afán de modificar la Constitución, el Gobierno de Trump impuso tandas de sanciones contra varios funcionarios venezolanos, entre ellos el propio Maduro y Adán Chávez, hermano del fallecido presidente Hugo Chávez.
Con las sanciones a Maduro, Estados Unidos le puso en el mismo saco que al presidente sirio, Bachar al Asad; el líder norcoreano, Kim Jong-un; y Robert Mugabe, de Zimbabue, un "club muy exclusivo", como lo definió McMaster.
Las sanciones implican la congelación de los activos que puedan tener en Estados Unidos y a Maduro le prohíben la entrada al país.
También después de la Constituyente, Tillerson reconoció que Estados Unidos está "evaluando todas las opciones políticas" para "crear un cambio de condiciones" en Venezuela.
"O bien Maduro decide que no tiene futuro y quiera marcharse por voluntad propia o logramos que el Gobierno revierta sus procesos y regrese a su Constitución", dijo.
El último peldaño hasta la fecha en esta escalada lo subió hoy Trump, asegurando en medio de sus vacaciones en Nueva Jersey en uno de sus campos de golf, que una intervención militar es algo que no descarta.
Poco después del amago de Trump, el Pentágono aseguró que no ha recibido instrucción alguna referente a Venezuela.
Las declaraciones de Trump llega el día después de que Maduro afirmase que desea tener relaciones de "respeto" con EE.UU. y ordenase a su canciller, Jorge Arreaza, solicitar una conversación telefónica con el presidente estadounidense, quien hoy la rechazó.
Maduro considera las acciones de Estados Unidos como actos de "intervencionismo imperialista".