La amenaza de un Islam más restrictivo con los derechos individuales ha marcado la recta final de la campaña electoral tunecina para una Asamblea Constituyente, los primeros comicios completamente libres que celebra un país árabe.
Este sábado, jornada de reflexión tranquila antes de los comicios en los que se elegirá una Asamblea Constituyente que rediseñará el sistema político del país. La presencia de abundantes extranjeros -observadores electorales y periodistas- pone una nota de excepción en un país que se apresta a dar nacimiento a la primera democracia del mundo árabe.
Siete millones y medio de tunecinos mayores de 18 años están llamados a elegir a una Asamblea de 218 escaños que durante un máximo de doce meses tiene que elegir un gobierno, proclamar la constitución de la nueva era democrática y convocar nuevos comicios municipales, legislativos y presidenciales.
La jornada del viernes ha sido la última permitida por la ley para que los partidos y candidatos hicieran campaña, y todos eligieron las horas de la tarde para convocar multitudinarios mítines de cierre.
El gran tema a debate en Túnez, como es el modelo de sociedad y el lugar del Islam en ella, se vio plasmado claramente en los mítines del movimiento islamista Nahda, que parte como favorito, y el del Polo Democrático y Progresista, rabiosamente laico y contrario al islamismo.
Nahda eligió el estadio de Beni Aros, en la periferia este de Túnez, adonde trasladó a cerca de 10.000 seguidores que abarrotaron el estadio en un ambiente familiar pero que no traducía el entusiasmo que podría esperarse en las primeras elecciones libres de la historia del país.
La cita se celebró a últimas horas de la tarde del viernes, y comenzó con una recitación del Corán a cargo de un niño de unos ocho años. Tras él tomaron la palabra distintos oradores que se esforzaron por subrayar el mensaje más conciliador del movimiento.
Especialmente significativo fue el discurso de la candidata Suad Abderrahim, cabeza de lista de uno de los distritos más exclusivos de la región capitalina y que era una de las poquísimas mujeres entre la concurrencia que no se cubría el cabello.
La política quiso contrarrestar los temores de que el partido islamista quiera imponer restricciones a las mujeres en el país árabe donde han conseguido más derechos -como la prohibición de la poligamia- y más presencia en el espacio público.
Así, Abderrahim recordó que su partido "no piensa confinar a las mujeres en sus casas", sino que "hará que estemos presentes cada vez en más lugares", y en referencia al polémico tema del velo, subrayó que "nadie va a decirles a las mujeres cómo deben vestirse" en el nuevo Túnez.
También tomó la palabra el periodistas y pensador islámico Sahib Atiq, quien alabó la "bendita revolución" que tumbó el régimen de Ben Ali el pasado enero y recordó "los años de prisión y exilio" sufridos por los nuestros" ante un auditorio donde abundaban jóvenes y adultos que han purgado años de cárcel por sus ideas.
Mientras el mitin de Nahda terminaba, otros movimientos laicos, ferozmente opuestos a los proyectos islamistas, comenzaban sus últimos actos proselitistas para intentar agitar precisamente el miedo al islám político en la población urbana de Túnez capital, una de las más laicas del mundo árabe.
La juventud más moderna de la capital y la crema de la intelectualidad abarrotaron a última hora de la tarde y hasta casi la medianoche el polideportivo del Menzah (oeste de la ciudad), convocados por el Polo Democrático y Progresista, que pasa por ser la punta de lanza de lo sectores laicos del país.
Desfilaron por el estrado actrices, directores de cine, actores de la sociedad civil, comunistas que sufrieron años de cárcel o políticos exiliados sirios, en un ambiente festivo donde se reivindicó el Túnez más progresista.
"Queremos a un Túnez donde quepan todos: creyentes y ateos, judíos y musulmanes", dijo en medio del delirio el actor Samir Betayeb, para añadir en clara alusión a los islamistas: "Nuestra revolución es nuestra, no es de Irán, de Sudán o de Catar".
No podía haber mayor diferencia entre un mitin y otro: mientras en Beni Aros el pueblo llano, profundamente religioso, acudía disciplinado a los llamados de Nahda, en el polideportivo de Menzah el Túnez más ilustrado y moderno proclamaba todas las conquistas que no quieren perder en nombre de la religión.
Junto al Polo, otros dos partidos -el Partido Demócrata Progresista y el Takatol o Foro- defienden también los valores laicos, mientras que a Nahda le hacen sombra otros dos partidos o movimientos de tendencia islámica.
Paradójicamente, toda esta efervescencia política no ha tenido su traducción en el entusiasmo callejero y mañana sábado, cuando comience la jornada de reflexión, no será mucha la diferencia en las calles donde comenzó la primavera árabe.