Expertos y responsables de seguridad coincidieron hoy en que el atentado perpetrado el martes en el centro de Túnez contra las fuerzas de Seguridad supone un cambio de estrategia de la rama yihadista local vinculada al grupo Estado Islámico (EI), que hoy reivindicó la matanza y amenazó con repetirla. El ataque, lanzado al caer la tarde contra un autobús en el que viajaban miembros de la Guardia Presidencial, fue obra de un suicida al que los radicales identificaron en la red social Twitter como Abu Abdala al Tunisi.
Según su comunicado, el citado joven "hizo explotar un cinturón explosivo en un autobús en la avenida Mohamed V para castigar a los infieles de Túnez", en alusión al Gobierno y a las fuerzas del orden.
"No habrá seguridad en ese país ni cesarán nuestras acciones hasta que en Túnez se imponga la sharia (ley islámica)", concluyó la breve nota, que fue divulgada junto a una fotografía de un joven embozado con un cinturón explosivo adosado al cuerpo y que hace el signo de la victoria con los dedos.
Esta misma mañana, la Presidencia tunecina ya ha confirmado que el ataque había sido obra de un suicida, cuyo cuerpo fue hallado junto al de los doce guardias presidenciales asesinados. Sin embargo, no dio detalles concretos de cómo y cuándo detonó el explosivo el kamikaze.
Las primeras informaciones apuntaban la posibilidad de que se tratara de un explosivo adosado a los bajos del autobús o incluso de una mochila dejada al lado en la carretera, aunque fuentes de seguridad ya mencionaron a Efe la opción de un suicida.
"De acuerdo con la investigación preliminar, el atacante llevaba una mochila a la espalda, un abrigo y auriculares. Hizo explotar la carga en la puerta del vehículo", explicó a la emisora local "Shems FM" el oficial Hichem Gharbi, de la seguridad presidencial.
El Ministerio de Interior tunecino informó de que el cinturón fue confeccionado con un tipo de explosivo plástico llamado "Semtex", que utilizan los yihadistas en Libia y del que se tiene constancia de que lleva siendo introducido de forma lícita en Túnez desde 2014.
"El cinturón contenía cerca de diez kilogramos de este material de uso militar", explicó a Efe una fuente de Seguridad, que pidió no ser identificada.
El atentado es el tercero que sufre Túnez en 2015 y supone un cambio de estrategia de los yihadistas, ya que en los dos anteriores habían atentado contra la industria del turismo.
El primero se produjo el 18 de marzo en el museo El Bardo de la capital, donde dos hombres -también vinculados al EI- burlaron los controles de seguridad y mataron a tiros a 22 visitantes extranjeros, en su mayoría europeos.
Apenas cuatro meses después, el 26 de junio, otro joven tunecino con lazos con la rama del EI en Libia, donde recibió entrenamiento militar, asesinó a 38 turistas extranjeros en una playa de la ciudad costera de Susa.
Tras ese último atentado, que tenía como objetivo golpear aún más la frágil economía tunecina, el Gobierno decretó el estado de emergencia durante dos meses, medida que volvió a imponer este martes junto a un toque de queda nocturno en la capital.
"El cambio de estrategia es evidente. El objetivo ahora son las fuerzas de Seguridad y la estabilidad política de país. No ha sido ninguna sorpresa, hace tiempo que las fuerzas de Seguridad y los servicios de Inteligencia estaban en alerta", explica a Efe una fuente de la lucha antiterrorista. "No es circunstancial que el objetivo haya sido la guardia del presidente, ahora que existen enfrentamientos en el seno del (partido gobernante) Nida Tunis", agrega.
A principios de mes, una treintena de diputados de la citada formación, ganadora de las elecciones del pasado año tras aunar en su seno a diferentes partidos solo vinculados por el deseo de cambio, presentaron su renuncia tras ser agredidos por partidarios del hijo del presidente, Beji Caid Essebsi.
Dentro del partido, que atraviesa una grave crisis, se acusa al vástago de Essebsi de maniobrar para suceder a su padre tanto al frente de la formación que el anciano, de 88 años, fundó, como en la Presidencia.
El ataque también se produce en un contexto caracterizado por el aumento de la actividad del Ejército, que en el último mes y medio ha anunciado el desmantelamiento de al menos una decena de células yihadistas y el arresto de cerca de medio centenar de sospechosos en todo el país.
Los combates se libraban hasta ahora en la región de Kasserine, una agreste zona donde desde 2011 se refugian radicales procedentes de todo el Magreb e yihadistas tunecinos, muchos de ellos retornados de la guerra en Siria e Irak.
"El hecho de que esa guerra, que hasta ahora los tunecinos veían como un problema del sur, de las montañas, se haya trasladado a la capital es otro importante e inquietante cambio", concluye la fuente.