La Universidad Francisco de Vitoria y el Ayuntamiento de Pozuelo de Alarcón han organizado conjuntamente la exposición Cielo y Tierra: Arte Sacro y Profano en los Países Bajos del siglo XVII y que podrá visitarse desde el 7 de abril hasta el 4 de mayo en dos salas: el arte profano a través de sus distintos géneros en el Aula Cultural Mira y el arte sacro en otra sala de la Universidad Francisco de Vitoria.
La exposición reúne un extraordinario conjunto de casi 70 piezas originales de pintura flamenca y holandesa del siglo XVII, período de máximo esplendor de las bellas artes en los Países Bajos. A través de las tablas y lienzos se pretende hacer un acercamiento al gusto, las tendencias y las formas de vida de aquellos territorios en un momento histórico de especial relieve y cambios significativos durante el cual se produjo un excepcional apogeo artístico y cultural –el conocido como Siglo de Oro- amén de importantes transformaciones políticas, económicas y sociales.
Fue el s. XVII una centuria prodigiosa, atravesada por traumáticos cambios políticos y donde hicieron irrupción nuevos descubrimientos geográficos, técnicos y científicos, circunstancias que influyeron de modo determinante en el gusto y apreciación del arte. Cientos de artistas de enorme talento se dieron cita en un marco excepcional generando una notable multiplicidad de obras de arte de diferente género y carácter. En este contexto, la especialización se abrió paso produciendo el nacimiento de numerosos talleres que se concentraban en temas específicos de donde surgen grandes maestros del retrato, de naturalezas muertas, paisajes, batallas, marinas, escenas de género, interiores o pinturas religiosas y mitológicas en lo que ha sido un vasto legado que ha llegado hasta nosotros.
Los encendidos y largos conflictos políticos y religiosos de la época desembocaron en la partición de los Países Bajos en dos entidades políticas: las provincias del norte que fundarían una nación independiente, Holanda, que abrazó la religión protestante; y el sur católico, Flandes, que permaneció fiel a la corona española. Dos realidades mellizas que se consolidaron y proyectaron sobre presupuestos políticos, culturales y religiosos muy distintos aunque las influencias recíprocas sean también sobresalientes. De ahí que el arte flamenco, próximo a la aristocracia cortesana, preste gran atención a los encargos regios y a los motivos religiosos y participe del esplendor del barroco contrarreformista mientras el arte holandés, nacido en el seno de la nueva burguesía mercantilista, opte por formatos más naturalistas y una restringida paleta cromática al tiempo que se interesa por motivos cotidianos y profanos.
La exposición, concebida como un díptico formado por pintura flamenca y holandesa, cuenta con obras de Claes Molenaer, H. de Clerck, J. d´Arthois, Jacob van Loo, Bartholomeus van der Helst, Willem Odekerken, F. Francken II, A. van Ostade, Karel Dujardin, Johannes Lingelbach, A. de Lorme, Maestro del Hijo Pródigo, Portengen, Van Herp o Roemerswaelen entre otros muchos.