El Servicio de Inmunología del Hospital Gregorio Marañón, que dirige Eduardo Fernández-Cruz, participa en una plataforma mundial que investiga el comportamiento del virus SARS-CoV-2 y diseña nuevas estrategias para su control y tratamiento, liderada por el Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas y Alergias de los Estados Unidos (NIAID) dirigido por Anthony Fauci.
Los resultados clínicos de este estudio en pacientes hospitalizados han demostrado que añadir un anticuerpo monoclonal al tratamiento de la práctica clínica habitual (remdesivir y dexametasona) incrementa la supervivencia de los pacientes en un 30%. Los resultados de este estudio son fruto de la investigación que se inició en 2021 sobre la variante delta.
Este grupo formado por 80 hospitales de todo el mundo ha podido demostrar de forma clara que es posible neutralizar el virus en sus períodos iniciales utilizando anticuerpos monoclonales. Es el caso de tixagevimab/cilgavimab, que van dirigidos contra la parte del virus que se llama proteína S, la máxima responsable de la introducción del virus en el organismo y su propagación.
Según explica el jefe de servicio de Inmunología del Marañón, "la investigación sigue abierta ya que las variantes actuales difieren mucho de la que apareció en 2019 en Wuhan, por lo tanto, eso es clave, ya que si tuviéramos que diseñar anticuerpos monoclonales específicos para cada variante sería un tema de mayor complejidad añadido al que ya tenemos para el control de este virus".
Más de 30 pacientes
El Gregorio Marañón ha participado en este ensayo clínico de fase 3 con más de 30 pacientes hospitalizados con diferente gravedad, pero que no requerían UCI, y que fueron evaluados en el día 28 y en el día 90 tras su infección por Covid-19.
El ensayo evaluó el potencial de una dosis intravenosa única añadida a las que también se les administraba de otros fármacos ya aprobados y utilizados de forma rutinaria. Si bien esta estrategia no acorta el periodo de recuperación de los pacientes, sí ha demostrado que rebaja en un 30% la mortalidad, sobre todo en los pacientes más graves.
Los anticuerpos monoclonales son proteínas naturales que se diseñan para que tengan una especificidad determinada y una mayor eficacia en su actividad neutralizante frente a las variantes virales emergentes, que escapan a las defensas inmunológicas y tienen una mayor capacidad de contagiar.
"Los laboratorios las manejan para que sean como balas que van a dirigirse específicamente a la proteína S, que es la que tiene la capacidad de infectar y hace progresar la infección y es la capacidad neutralizante de estos anticuerpos monoclonales lo que se va a traducir en eficacia clínica", ha explicado Fernández-Cruz.
Además de su validez para pacientes hospitalizados con infecciones severas, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) ha autorizado que se utilicen de forma profiláctica anticuerpos monoclonales, que hayan probado su eficacia en ensayos clínicos, en personas que tengan una respuesta inadecuada a la vacunación y sean pacientes de alto riesgo.