El director de La Caritat de Olot (Girona), Joan Sala, ha asegurado que el centro no da credibilidad a las declaraciones de Joan V. "ni en aquello en que le perjudican, ni en aquello en que le benefician", después de que el celador confesara el martes ante el juez haber matado a once ancianos.
Según consta en el comunicado que han leído esta mañana en el mismo centro, "una persona que ha variado el contenido de sus declaraciones a medida que ha avanzado el proceso puede, hoy, una vez más, continuar mintiendo".
"Lo dejamos todo abierto, es posible que asuma más víctimas de las que realmente son o que todavía haya más", ha apuntado el abogado de La Caritat, Joan Cañada, que también ha asegurado que les "sorprende" el cambio de método del imputado.
Según consta en su declaración, él mismo explicó que primero usaba un cóctel de medicamentos o sobredosis de insulina, mientras que a las tres últimas víctimas las mató haciéndoles injerir lejía.
Asimismo, el director del geriátrico ha dicho que los certificados de defunción de todos los ancianos presuntamente asesinados por el celador Joan Vila "se hicieron correctamente", y que no duda de la profesionalidad de la doctora de la residencia ni de otros médicos que los extendieron.
Sala ha manifestado, en esta línea, que los certificados de defunción solo exigen un examen exterior del cuerpo y que no siempre se puede detectar una muerte provocada.
"Incluso ahora es difícil para los forenses, cómo no lo va a ser para un médico que examina de forma externa a un fallecido, tal como indica el protocolo"", ha resaltado el director de "La Caritat".
Asimismo, ha indicado que en Joan Vila "no detectamos ninguna anomalía en su comportamiento porque, si lo hubiéramos hecho, hubiéramos dado rápidamente la voz de alarma".
Joan Vila, de 45 años, confesó ayer ante el juez haber "ayudado a morir" a un total de once ancianos -nueve mujeres y dos hombres-, ocho más de los tres que admitió inicialmente, crímenes que calificó de actos "compasivos" para evitar su sufrimiento, pues los "quería muchísimo".
Vila comenzó a trabajar en "La Caritat" en diciembre de 2005 y desde entonces, y hasta que fue detenido, el pasado 18 de octubre, han muerto en la residencia 59 internos. De ellos, 27 fallecieron durante los turnos del celador, que sólo trabajaba los fines de semana y en días festivos.
Según algunas informaciones el celador podría haber sido tratado por psiquiatras desde hace 20 años, pero se desconoce por que dolencias. Podría tener un trastor ansioso depresivo.
Vila asegura que quería a sus víctimas y que lo hizo por aliviar su dolor. Les "ayude a morir por su precario estado de salud" ha confesado. A unas les suministraba insulina, a otras barbitúricos y al resto las envenenaba con lejía.
Por el momento ha confesado la muerte de 11 ancianos, pero se investiga la posibilidad de una más.