El PSOE de Pedro Sánchez vuelve a dar marcha atrás. Lo hacía esta semana cuando apoyó en el Congreso retirar la reforma de la Constitución que promulgaba la estabilidad presupuestaria, y que los propios socialistas, con los votos del PP, sacaron adelante en 2011. Es la última rectificación de la formación desde que Sánchez tomara las riendas el pasado mes de julio.
Dicen que rectificar es es de sabios. El Nº 1 socialista votaba esta semana dar marcha atrás en la reforma que su partido (con él de diputado) aprobó en 2011: fijar un techo de gasto en la Constitución. "La austeridad no está reñida con la eficacia", decía entonces el líder socialista. Sánchez reniega ahora de aquella reforma, y si su impulsor, Rodríguez Zapatero ironizaba, el exministro Miguel Sebastián cargaba contra él tachando de "falsos" sus argumentos
Y es que a Sánchez, sólo cuatro meses en Ferraz, le llueven críticas por lo que un sector creciente del PSOE considera "frivolidades".
Propuso funerales de Estado para las víctimas de violencia de género. Dos días más tarde, y en una entrevista, afirmó que el Ministerio de Defensa sobraba. En ambas cuestiones tuvo que rectificar.
Suma y sigue. Sánchez ha llegado a condenar la corrupción. "...A mí me repugna la corrupción", llegó a decir; para, luego, alinearse con dos expresidentes del PSOE a las puertas del Tribunal Supremo. "...defenderé la honorabilidad de Chaves y Griñán", dijo.
Los cambios de rumbo del secretario general son cada vez más contestados por una Susana Díaz que marca distancias: "...no comparto todo y él lo sabe..."
El malestar aumenta dentro de un partido socialista, el de Pedro Sánchez.