¿Qué siente un padre cuando asume que ha perdido a sus tres hijos pequeños en un incendio? Una pregunta difícil de responder, pero hay expertos como Javier Jiménez, psicólogo clínico y experto en tratamiento del duelo, que se dedican cotidianamente a ayudar a quienes han perdido a un ser querido. Ayudarles a superar esa experiencia traumática y terrible que todos, tarde o temprano, tenemos que enfrentar. En casos especialmente dramáticos e inesperados como los del incendio en el Supercomplejo o Mall de Catar, lo primero que necesitan los familiares de las víctimas es sentirse acogidos y arropados. Primero por los psicólgos expertos, luego también y de forma imprescindible por su familia y seres queridos.
De ahí que con buen criterio las autoridades españolas hayan decidido repatriar a los padres de los cuatro niños españoles muertos en este trágico suceso.
Javier Jiménez ya estuvo atendiendo a los familiares de las víctimas del accidente de Spanair. En esos primeros momentos es frecuente la sensación de incredulidad ante lo que sucede. Luego, un dolor tan intenso que puede llegar a nublar la mente de quien lo padece e incluso llevarle hacia ideas suicidas. En ese caso, como recoge el video que ilustra esta información, se hace necesario hacer ver al familiar que tiene otras razones para seguir luchando y para seguir viviendo. En el caso del matrimonio español que ha perdido a sus tres hijos, la existencia de un cuarto hijo, todavía bebe, puede ser un motivo suficientemente poderoso para dar un sentido y fuerzas suficientes a los padres.
Eso sí, suele aparecer un sentimiento de culpa. Los padres suelen culparse por lo que hicieron o no hicieron ese día o en los días previos. Suelen ver en todas sus decisiones algo evitable que pudo impedir la tragedia. Ante estas ideas recurrentes el psicólogo debe hacer entender a los padres que no son en absoluto culpables, y que lo ocurrido nada tuvo que ver con sus decisiones y fue, como de hecho es, fruto de una pura y trágica coincidencia.
Elaborar el duelo por la muerte de un hijo puede llevar como término medio hasta dos años de tiempo y terapia. En casos más complejos como éste se pueden necesitar hasta 6 años de tratamiento. Algunos padres no llegan a asumir la pérdida, pero todos, con el cariño de su familia y el tratamiento psicológico necesario, acaban encajando lo ocurrido y sintiéndose mucho mejor, tras aceptar la tragedia.