La Guardia Civil ha desmantelado una banda tras robar presuntamente unas 58 toneladas de cobre, o lo que es lo mismo, más de 19 kilómetros de cable, en varios puntos de la geografía española, una operación en la que han sido detenidas 16 personas e investigadas otras cinco.
A la organización se le atribuyen numerosos robos en las provincias de Albacete, Alicante, Badajoz, Cáceres, Cantabria, Ávila, Madrid y Valencia, desde donde se desplazaban hasta la Cañada Real madrileña, donde vendían el material a una chatarrería clandestina, informa la Dirección General de la Guardia Civil.
La investigación se inició a principios de este año, cuando la Benemérita tuvo conocimiento de dos robos de cable de cobre en dos Estaciones Depuradoras de Aguas Residuales (EDAR) ubicadas en las localidades abulenses de Cebreros y El Tiemblo. Tras analizar los hechos, se descubrió que también habían sido objeto de robo las EDAR de Candeleda y Piedralaves, en la misma provincia.
Así, la Guardia Civil siguió una línea de investigación centrada en la búsqueda de los autores de esos robos, además de en la detección de los puntos de venta del cobre robado.
Fruto de las pesquisas, los agentes localizaron el coche que se había utilizado para cometer el robo de la EDAR de Cebreros, cuya propiedad era de un hombre con residencia en la Cañada Real, en el municipio madrileño de Rivas-Vaciamadrid.
Analizando sus contactos, los investigadores comprobaron que ese individuo mantenía lazos estrechos con otras diez personas, las cuales llevaban una vida "superior a sus posibilidades", ya que no tenían contrato laboral que pudiera justificar sus elevados gastos diarios.
Además, se constató que los sospechosos realizaban desplazamientos entre dos y tres veces por semana a las provincias de Albacete, Alicante, Badajoz, Cáceres, Cantabria, Ávila, Madrid y Valencia, todo con la finalidad de robar cables de cobre en otras EDAR, empresas agroalimentarias y polígonos industriales.
Los investigados, una vez efectuados los hurtos, escondían el cable de cobre en las inmediaciones de los lugares donde cometían los hechos para así no levantar sospechas en caso de ser identificados en algún control policial rutinario.
Tras regresar a Madrid de vacío, alquilaban una furgoneta o varias para recoger el cable robado, una fase del entramado en la que aplicaban todo tipo de medidas de seguridad para no ser descubiertos.
Una vez transportada la mercancía, la vendían a una chatarrería clandestina situada en la Cañada Real, la cual no poseía ni rótulos ni estaba dada de alta en los organismos competentes.
Posteriormente, los responsables de la chatarrería trasladaban el cableado a otra ubicada en Fuenlabrada.Para dar apariencia legal a las ventas del cable de cobre, la banda emitía facturas con datos fiscales de antiguos clientes, algunos de ellos ya fallecidos.
Durante la operación se intervinieron cinco furgonetas, 36 kilos de cogollos de marihuana preparados para su venta, 20 cajas embaladas de bicicletas sin montar, tres microondas, 195 prensas de ropa de una conocida marca y cinco vehículos, entre otros enseres.
Muchos de los objetos provienen de otros robos cometidos a camioneros en estaciones de servicio de la carretera de Andalucía, así como a una nave industrial situada en Jaén.
A los detenidos, que también estaban implicados en el tráfico de drogas, se les atribuyen los delitos de robo con fuerza, robo y hurto de vehículo, falsificación de documentos y contra la salud pública