La reserva hídrica española ha disminuido esta semana hasta el 37 por ciento a pesar de las lluvias torrenciales acumuladas a consecuencia de la depresión aislada en niveles altos de la atmósfera (DANA) que ha afectado a buena parte del territorio desde el pasado viernes, ya que las aguas acumuladas no han sido recogidas aún por los embalses.
Así, en la actualidad los embalses almacenan 20.763 hectómetros cúbicos después de que hayan perdido en esta última semana 319 hectómetros cúbicos, que representan el 0,6 por ciento de la capacidad total de la reserva, según el Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico.
Precisamente, el MITECO explica que las aportaciones pluviométricas de la DANA aún no se hacen notar en las reservas, dado que al cierre del boletín semanal los volúmenes de agua están aumentando las reservas de agua en el suelo y en tránsito por los cauces hacia los embalses.
La precipitación más abundante se ha recogido en Tortosa (Tarragona), donde se acumularon 156,8 litros por metro cuadrado.
Las cifras reflejan que en este momento la reserva está un 28,43 por ciento por debajo de la media de los últimos diez años aunque tienen un 5,25 por ciento más agua que en las mismas fechas del año pasado.
Tras el paso de la DANA, el portavoz de agua de Greenpeace, Julio Barea, ha manifestado este martes que las lluvias torrenciales recogidas "sólo pueden mejorar y muy levemente la situación de humedad del suelo en algunas zonas concretas" pero no sirven apenas para rellenar los embalses, dado que han sido muy "puntuales y localizadas".+
De ese modo, lamenta que las DANA causan "más daños que beneficios", con lamentables pérdidas humanas y graves desperfectos en viviendas e infraestructuras. La ONG avisa así de que España sufrirá cada vez más eventos climáticos adversos, "con los consiguientes daños que van a generar".
Por ello, la ONG pide un plan para reducir la superficie de regadío, no permitir nuevos proyectos altamente demandantes de agua en zonas con problemas históricos de suministro; mejorar el control del uso ilegal del agua; descartar la construcción de nuevas infraestructuras hidráulicas; limitar las desaladoras a situaciones excepcionales y no aprobar concesiones o nuevas autorizaciones de granjas de ganadería intensiva, así como una hoja de ruta hasta 2030 de transición hacia la agroecología.