La primavera, que comenzará el próximo lunes a las 22:24 hora oficial peninsular, se prevé cálida, sobre todo en los archipiélagos y en el este peninsular, tras un invierno también templado, sin ninguna ola de frío, que finaliza con una sequía de larga duración.
Durante la rueda de prensa para avanzar la predicción estacional, las características climáticas del invierno y el balance hídrico de los últimos meses, Rubén Del Campo, portavoz de Aemet, ha precisado que para el trimestre abril-mayo-junio en la mayor parte de la Península las temperaturas se encontrarán en torno al promedio normal o serán más cálidas de lo normal.
En cuanto a las precipitaciones, el escenario más probable apunta a una primavera con precipitaciones normales, aunque podría tener un carácter algo más lluvioso en la vertiente atlántica (en el oeste y zona central de la Península) y más seco en la vertiente mediterránea y las Baleares.
Esta estación primaveral, que se alargará 92 días, para terminar el 21 de junio con el verano, tiene una temperatura media habitual de alrededor de 13,6 grados y con valores que en el suroeste peninsular suelen superar los 16 grados, en la submeseta norte en torno a los 10 grados y en áreas del Cantábrico entre los 12 y 14 grados.
Respecto al invierno, Del Campo ha detallado que en su conjunto fue cálido y húmedo: Ha sido el décimo invierno más cálido desde el inicio de la serie en 1961 y el quinto más cálido del siglo XXI, y a lo largo de la serie ha habido treinta inviernos más secos y treinta uno más lluviosos que este.
En este punto el portavoz de Aemet ha destacado que es "la primera vez que cinco inviernos consecutivos son catalogados como cálidos o muy cálidos".
Como característica, el portavoz ha recordado que este invierno ha estado "muy influenciado por diciembre", que fue el más cálido de la serie histórica, mientras que enero, en cambio, fue normal en cuanto a temperaturas y febrero tuvo temperaturas ligeramente por debajo de la media.
Por zonas geográficas, diciembre fue un muy cálido en el sur de la Península, cálido en el centro y noroeste y normal en el Cantábrico, el valle del Ebro y la Comunidad Valenciana; en las Baleares terminó cálido, mientras que en las Canarias tuvo un carácter cálido o normal en las zonas bajas y frío en las zonas de mayor altitud.
Respecto a las precipitaciones, el invierno fue húmedo, con un valor medio sobre España peninsular de 194,5 litros por metro cuadrado con un diciembre muy húmedo, un enero normal, mientras que febrero fue muy seco en el conjunto del país.
El invierno tuvo carácter entre normal y húmedo en casi toda la Península, aunque en amplias zonas del Levante resultó seco; en el archipiélago balear el invierno fue húmedo, sobre todo gracias al temporal de finales de febrero asociado a la borrasca Juliette, y en el archipiélago canario, fue entre normal y seco en las islas orientales y húmedo en las occidentales.
Sequía
Del Campo ha precisado que, al analizar las precipitaciones registradas durante los doce meses previos a marzo de 2023, se concluye que "la España peninsular continúa en una situación de sequía meteorológica" en la que entró en enero de 2022.
Sin embargo, aunque con las precipitaciones del invierno se alivió en parte la situación, a finales de febrero de 2023, todas las cuencas de acumulación excepto las del Tajo, Júcar y Segura se encontraban en sequía meteorológica a doce meses.
Si se amplía el análisis de las precipitaciones a treinta y seis meses previos, el resultado es que España entró en sequía de larga duración a finales de 2022, y continua en esta situación en marzo de 2023, siendo las cuencas del Guadalquivir, Sur y Pirineo oriental las más afectadas por la sequía de larga duración.