La irrupción de los coches autónomos podría suponer el desarrollo de un nuevo paradigma que provoque un cambio en las luces de los semáforos para optimizar la regulación del tráfico.
Además del rojo, el verde y el ámbar que parpadea, tres ingenieros de la Universidad Estatal de Carolina del Norte sugieren añadir una cuarta luz, la blanca, en un nuevo sistema que reduciría el tiempo de cruce de las intersecciones y el consumo de combustible.
Los vehículos autónomos adquirirían dominio en la circulación de un escenario donde convivirían conductores y máquinas.
Los conductores deberían ser advertidos de los semáforos con la nueva luz implementada a través de una señal de tráfico en una intersección próxima y cuándo marque el color blanco, el conductor humano deberá limitarse a seguir el movimiento del vehículo que le precede.
Esta novedad de los semáforos se activaría cuando hubiera un volumen adecuado de vehículos autónomos.
Con suficientes pilotos automáticos activados, los ordenadores de los coches se conectan y la luz blanca se activa para tomar el control.
Mientras no se produzca dicha casuística, los semáforos mantendrán su patrón habitual.
Diversas simulaciones basadas en el estudio de esta alternativa afirman que la fase blanca reduciría el tiempo de desplazamiento entre un 3,2% y un 94,06%, en función del número de coches autónomos, mejoraría el flujo del tráfico y reduciría el consumo de combustible.