300.000 personas en España se quedarán sin casa hasta finales de este año. No solo perderán sus viviendas que llevan pagando varios años sino que demás seguirán endeudados por mucho tiempo. Es el caso de Luis Guillermo, un ecuatoriano de 51 años. Llegó hace 10 años a España. Hace cinco, un paraíso del empleo y del préstamo accesible le animó a pedir un crédito de 215 mil euros para comprar un piso en Usera. En 55 metros viven él y su mujer, sus tres hijas y 3 nietas. Su letra se ha disparado, la pérdida de empleo acecha y cree que no podrá con esta carga familiar y económica.
La pasada semana pidió al banco que acepten la entrega de su piso a cambio de la hipoteca. El banco le respondió que no se trataba de una inmobiliaria y que lo que quieren que devuelva es dinero y no una casa. Le dieron varias opciones como que durante varios meses, incluso un año, pagara los intereses y dejara de lado el capital pero todas las opciones generan más deuda para su maltrecha economía familiar.
Pide que se legalice la dación en pago o lo que es lo mismo que una vez entregadas las llaves de la casa al banco, quede la hipoteca saldada. Sería para él el alivio que necesita para tener una vida normal y para cientos de miles de familias en España, el punto de partida para comenzar una nueva vida sin deudas.