Rochester, un pequeño pueblo de Vermont en la costa este norteamericana presenta un aspecto propio de un bombardeo. Las carreteras del municipio han desaparecido, la fuerza del huracán Irene ha arrancado el asfalto, al igual que los puentes donde a penas quedan las barandillas colgando. Un espectáculo aún mas dantesco es el del cementerio de la localidad. Las violentas riadas no han respetado ni las tumbas, se puede ver multitud de ataudes que han sido arrancados de las fosas y aparecen tirados sobre rocas y restos de árboles...
Es uno de los ejemplos del desastre que sufren los estados de la costa este norteamericana, en el caso de Rochester 1.000 vecinos no tienen luz, alimentos, teléfono o internet, pero la tragedia se extiende por muchas otras poblaciones. En total 1,38 millones de hogares norteamericanos continuan sin energia eléctrica. Y es que las inundaciones provocadas por el huracán Irene no dan tregua. Los ríos sobrecargados de agua se desbordan anegando calles y casas.
En Nueva Jersey la vista aérea es demoledora, cientos de casas están literalmente rodeadas por auténticos lagos. Las pérdidas aún se están cuantificando, se habla de 10.000 millones de dólares, pero viendo el exterior e interior de las viviendas, la cifra se hace corta.
Este domingo el presidente Obama tiene previsto visitar los estados de Nueva York y Nueva Jersey donde se acumulan la mayor parte de los daños. Va a prometer ayudas federales a los afectados, muchos de ellos no tenían seguros que cubrieran los destrozos provocados por Irene.