El auge de los libros escritos por mujeres, más allá de tópicos y guetos
EFENatalia Otero/EFE
Una chica que aún no ha dejado atrás la veintena irrumpe en una céntrica librería madrileña. Viene con su madre y es ésta la que pregunta al librero por el libro que quieren: “Una habitación propia”, de Virgina Woolf, que está en la planta superior. La joven se precipita a las escaleras que crujen por sus pisadas y las de su acompañante. Tras encontrar el libro en una de las mesas, va hacia la caja ojeando las primeras páginas de la obra.
Esta es una escena cada vez más común en pequeñas y grandes librerías de todo el país. Las obras firmadas por mujeres están ganando más peso y visibilidad en las estanterías, tanto comerciales como domésticas.
Editores, escritoras y libreros coinciden: es un buen momento para la literatura mal llamada femenina. Sin embargo, aún mantiene esa consideración de excepcionalidad, de gueto, lejos de la normalización de las autoras y sus libros.
“Siempre ha habido mujeres que escriben, pero lo que pasaba es que no nos querían mirar”, dice Cristina López Barrio (Madrid, 1970), autora de la novela “Niebla en Tánger”, finalista del Premio Planeta en 2017.
Reyes Calderón (Valladolid, 1961), autora de la saga de novela negra protagonizada por la jueza MacHor, coincide con López Barrio en que esta producción literaria “no es un fenómeno reciente. Siempre ha habido escritoras, pero ahora nos hemos decidido a publicar porque antes era muy difícil para nosotras dar esos últimos pasos”, afirma a Efe.
“Las mujeres, estadísticamente, leen más que los hombres”. Así lo afirma con rotundidad Ignacio Tolnado, director del Departamento de Libros de FNAC España desde su central en Madrid, y esta demanda tenía que tener su reflejo en la oferta. Calderón coincide: “Proporcionalmente hay más mujeres que leen y, por lo tanto, tenía que haber más mujeres que escriben”.
Elif Shafak (Estrasburgo, 1971), escritora de origen turco que recibió en 2010 la Orden de las Artes y las Letras de Francia, escribió que los escritores son tratados primero como escritores y luego como hombres. En el caso de la mujer, aseguró, es al contrario. Primero se es mujer y luego escritora.