El proceso de integración social y cultural de los inmigrantes de segunda generación -jóvenes nacidos en España de padres extranjeros o traídos al país antes de los 12 años- es lento pero constante y gradual, lo que se demuestra en que casi el 50 por ciento de ellos se considere español.
Según desvela la Investigación Longitudinal sobre la Segunda Generación en España, elaborada por el Instituto Universitario Ortega y Gasset y la Universidad de Princenton, el sentimiento de integración de los hijos de los inmigrantes que llegaron a España en los noventa ha aumentado significativamente en los últimos años, pasando de un 28,7 por ciento en 2008 al 48,3 por ciento en 2012.
En concreto, hay diferencia entre los que han nacido en España (80 por ciento) frente a los que han llegado a edades tempranas, entre los que el colectivo que más se identifica con el país son los filipinos, seguidos de los búlgaros.
Sólo los jóvenes bolivianos y chinos muestran una tendencia significativamente menor a identificarse como españoles.
NO SE SIENTEN DISCRIMINADOS
Para los autores del estudio, Alejandro Portes y Rosa Aparicio, otra evidencia del avance del proceso de integración es el hecho de que prácticamente la mitad de los hijos de los inmigrantes tienen una mayoría de amigos cuyos padres son españoles.
Una tendencia, han precisado, que es aún más fuerte entre los nacidos en España y entre argentinos, chilenos y venezolanos, frente a los bolivianos, ecuatorianos, dominicanos y chinos que tienen mayor tendencia a mantener amistades dentro del propio círculo étnico.
Los inmigrantes de segunda generación no se sienten en general discriminados por la sociedad española y sólo alrededor de un 10 por ciento han asegurado sentir discriminación por cualquier motivo.
Portes ha señalado que los inmigrantes "van y vienen" pero sus hijos se quedan y son los "nuevos españoles", un hecho que se demuestra en que "la inmensa mayoría" de los encuestados en 2008 "se ha quedado" y sólo un 2 por ciento ha dejado el país.
Asimismo, el 80 por ciento de los participantes entonces continúan en el sistema escolar; más de un tercio de ellos se encuentra aún "luchando" por completar la secundaria básica; un 45 por ciento está completando el bachillerato o la formación profesional de nivel superior y un 5 por ciento ha logrado acceder a la universidad.
SITUACIÓN ECONÓMICA MODESTA
Los hijos de extranjeros comparten con los jóvenes españoles sus aspiraciones respecto a los estudios y el empleo. Así, un 68 por ciento de jóvenes de segunda generación -un 71 por ciento de los nativos- aspira a un título universitario, aunque sus expectativas de conseguirlo son menores: sólo un 57 por ciento espera realmente acceder a la universidad.
Esta similitud no se extiende a la situación económica de las familias pues el 66 por ciento de los hijos de inmigrantes provienen de familias cuyos ingresos no superan los 1.500 euros mensuales y el 37 por ciento vive en hogares que disponen de menos de 1.000 euros al mes, frente a los autóctonos, de los cuales solo una cuarta parte debe subsistir con menos de 1.500 euros de ingresos mensuales.
Aparicio ha destacado que pese a que estas cifras no indican una situación de pobreza extrema, sí ponen de manifiesto las "muy modestas" circunstancias que tiene que afrontar la mayoría de los jóvenes de segunda generación.
En cuanto al desempleo, los hijos de los inmigrantes tampoco distan mucho de los españoles: aproximadamente el 16 por ciento de los primeros se declaran desempleados y un 14 por ciento de los segundos.
Aparicio y Portes han insistido en que los jóvenes de segunda generación se están integrando "de forma positiva" porque la población española ha sido "sumamente acogedora", pero la investigadora ha advertido de que este proceso podría variar.
Y ello, ha alertado, debido a que las ayudas otorgadas a este colectivo "están disminuyendo" como consecuencia de la crisis y a que población nativa "sufre cada vez más los recortes".