Una de las joyas naturales y monumentales de la ciudad es el Real Jardín Botánico (RJB) situado junto al no menos importante Museo del Prado. El Botánico es, además de un sitio estupendo para pasear entre el reino vegetal de los cinco continentes, un centro de investigación de referencia nacional.
De tarde en tarde se convierte en atracción turística, lleno de luces de colores entre árboles, setos e invernaderos. Puede parecer esto chocante con el fin científico que, en el fondo, tiene esta colección vegetal. Pero ya hubo precedentes de instalaciones ajenas a la flora.
¿Sabías que el Botánico tuvo, además de plantas, animales de varias especies durante una buena temporada?. Pues sí. El jardín albergó un zoológico ni más ni menos que 12 años.
Su patrocinador fue Mariano de la Paz Graells, uno de los naturalistas españoles más importantes y que durante un tiempo estuvo al frente del RJB. Con el cambio de dirección el zoo del Botánico se fue al Buen Retiro.
Pero hay dos hechos que han marcado la vida del RJB entre 1880 y 1890 y no para bien. En este periodo al jardín pasó de 10 a 8 hectáreas de extensión. El Ministerio de Agricultura-Palacio de Fomento se edificó sobre esas 2 hectáreas sustraídas al huerto del Botánico.
La pérdida de suelo no fue lo peor que le ocurrió al RJB y a Madrid en aquella década. El 12 de mayo de 1886 un tornado barrió la capital provocando la muerte de 47 personas y causando destrozos tremendos. Podría decirse que fue una especie de 'Filomena' en el siglo XIX.
El RJB fue uno de los enclaves más perjudicados. El ciclón arrasó medio millar de árboles y arbustos de incalculable valor botánico. Del impacto de aquella tormenta y sus efectos en el Botánico da cuenta Benito Pérez Galdós en un capitulo de su novela 'Misericordia'.