No hay palabras para describirla. Carismática, alegre, artista, reivindicativa, solidaria, así es Rozalén, una de las cantantes más importantes de la música en español. A sus 35 años ya ha conquistado la cima del mundo de la música y su talento ha sido reconocido con 2 Discos de Oro, otros 2 de Platino y un premio Goya, en 2021, a la Mejor Canción por Que no, que no, un single compuesto para la película de Icíar Bollaín La boda de rosa.
En esta ocasión, la hemos acompañado hasta “un lugar muy especial” para ella, el Jardín Botánico. Fue aquí donde presentó hace tan solo unos meses su nuevo álbum El árbol y el bosque, que tiene una simbología muy especial. “El árbol es el individuo y el bosque lo colectivo”, nos explica y “tiene un subtítulo que es que el bosque permita ver a los árboles”.
A través de este disco, Rozalén, busca que se redescubra a la persona. Al individuo. Y que la sociedad, el sistema y el ruido no las silencien o apaguen. “Que nos permita descubrir a las personas, individualmente, observar en profundidad los ojos de quien tenemos delante. Detenernos en nuestra propia persona. Partir de ahí. Ese es el hilo conductor de este disco”.
Su relación con José Bono
Rozalén ha estado desde muy pequeña involucrada en el mundo de la música. No fue por elección propia, sino de su madre: “Que yo empezara a tocar instrumentos fue un capricho de mi madre”. Cuando tan solo tenía siete años la apuntó a clases de bandurria, posteriormente ella misma decidió adentrarse en el complejo, pero satisfactorio, mundo de la guitarra y “a cantar las canciones que a mí me gustaban”.
Y es que Rozalén procede de una “familia muy musical”, como ella misma nos describe “En mi familia cantan todos”. En su infancia, cuando ayudaba con la recolección de la oliva, todo el mundo entonaba alguna cancioncilla. ¡Hasta su padre!
Su madre, Angelita “canta que te mueres” y su padre, como de joven practicaba el sacerdocio y ofrecía misas, también tuvo que aprender a cantar. Ahora es “sacerdote secularizado”, nos confiesa. Lo dejó todo por amor y para poder casarse libremente con la mujer de su vida.
Cuando María de los Ángeles Rozalén Ortuño nació (así es como se llama realmente Rozalén), su padre trabajaba para el político José Bono, a quien además le unía una fuerte amistad. “Fue el jefe de mi padre durante muchos años. Cuando nací, José Bono me apadrinó en Las Carmelitas de Villarrobledo”. En ese momento, este importante político, era presidente de Castilla-La Mancha.