Los agentes de la Guardia civil que participaron en los registros del chalet de Majadahonda, así como en la vivienda del padre del presunto descuartizador han declarado hoy ante el juez y han afirmado que, tras los hechos, el presunto asesino trató de ocultar las pruebas con capas de pintura sobre la pared; quedando así ocultas las manchas de sangre.
Ante esta situación, la defensa de Bruno alega que el registro no se llevó a cabo de forma ortodoxa y pretende impugnar lo que se encontró durante los registros. Se trata de una serie de pruebas que hoy han relatado en el juicio varios agentes de la Guardia Civil. Entre las pruebas se encuentra la picadora de carne, numerosos elementos de limpieza, la documentación de una de las víctimas, armas blancas, manchas sanguinolentas e incluso un putrefacto olor que, informan los investigadores, se desprendía en el sótano del chalet del presunto descuartizador.
Determinar si hubo planificación o no será clave para decidir el futuro de Bruno.