Tienen 34 y 32 años, se contagiaron de Covid en marzo de 2020 y todavía hoy sufren las secuelas de la enfermedad como dolores de cabeza, pérdida de memoria, dificultad respiratoria y dolores. Son algunos de los síntomas que persisten y que les han cambiado la vida.
Miguel y Bárbara llevan más de un año padeciendo las secuelas de la enfermedad. Miguel se contagió a finales de marzo del año pasado porque trabajaba en las cocinas de un gran hospital de Madrid y como viven en un piso pequeño en la calle Miguel Fernández Almagro, contagió a su pareja rápidamente.
Asegura que él lo ha pasado peor mientras tenían el coronavirus, pero ahora ella es la que tiene más secuelas y que ya han perdido la cuenta del número de especialistas a los que han tenido que acudir. Ambos se sienten como personas mayores “como octogenarios”.
Dolor, cansancio y nieblas mentales
Bárbara dice a Buenos Días Madrid que tiene “dolores, aumento de peso, cansancio, dolor en todo el cuerpo, en la espalda, en el pecho, en las caderas, falta de aliento. Yo intento caminar y me esfuerzo cada día, pero tengo problemas para andar y las piernas dejan de responderme. Llega un momento en que te derrumbas cuando ves que esas expectativas de mejorar no llegan”.
Miguel, que fue el primero en contagiarse, tiene nieblas mentales que le hacen perderse a veces “Es como una telaraña que tienes en la cabeza y que te impide pensar”, dice. Señala que sigue sufriendo “unos dolores de cabeza tremendos” y tiene que administrarse un inhalador con corticoides porque tiene la sensación de que le aprietan el pecho constantemente.
Advertencia a los jóvenes
Miguel quiere hacer una advertencia a los jóvenes. “Yo no tuve remedio y me contagié trabajando en la peor época, en marzo del año pasado, ellos sí tienen la opción de no contagiarse y que vean lo que hay, que no hace falta pasar un Covid en una UCI para tener problemas graves. Nosotros hemos pasado un Covid leve, según los médicos y ya ves los problemas”.
Miguel es profesor de dibujo en un instituto y cuando empezó a dar clases se ahogaba al dar las explicaciones a los alumnos. Dice que de vez en cuando se queda en blanco en las clases hasta que pasados un par de segundos vuelve a retomar el hilo. Por fortuna, a medida que ha ido trabajando ha ido mejorando poco a poco.
A su pareja, Bárbara, diseñadora gráfica la tuvieron que ingresar el pasado mes de agosto por un tromboembolismo pulmonar. A día de hoy sigue de baja y no ha podido volver a trabajar porque sigue ahogándose muchísimo. Tiene problemas para caminar porque el coronavirus le afectó neurológicamente, por lo que anda arrastrando los pies y ha tenido varias caídas.