Fulgencio, el camarero de las colas del hambre, ya tiene trabajo: “Estoy muy feliz porque ya había perdido la esperanza”
Trabaja en el bar Brillante y da las gracias a "todos los que me hay ayudado. Ahora me siento útil y no una basura"
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Su historia nos sobrecogió a todos, es la historia de Fulgencio Fernández, con más de un año en ERTE, padre de una pequeña de dos años y esposo de una mujer enferma. Había sido camarero en la Plaza Mayor y ahora no tenía recursos para pagar su vivienda, ni para dar de comer a su familia.
Una historia que dio a conocer Buenos Días Madrid y que despertó una ola de solidaridad. Gracias a eso, hoy la vida le vuelve a sonreír.
Fulgencio, tras más de un año en ERTE, y haber recurrido a las del hambre ha empezado a trabajar en el bar Brillante de Atocha en Madrid, con un contrato fijo, tras más de un año sin encontrar empleo. Y vuelve a ser feliz.
“Ya había perdido la esperanza porque con 53 años la gente te ve mayor –reconoce a Buenos Días Madrid- estoy muy feliz, me ha cambiado la vida”. Fulgencio tiene ahora gafas nuevas porque son especiales y no podía pagárselas y tras conocer su historia por Buenos Días Madrid mucha gente llamó ofreciéndose a pagarle unas gafas.
Al final fue una óptica de Móstoles, Audivisión, quien se las proporcionó. Y gracias a eso no ha perdido la visión, porque estuvo a punto. Fulgencio da las gracias a esta óptica y a todos los que le han ayudado, como el empresario que le ha contratado. "Gracias a toda la gente y a Alfredo que me ha contratado", dice. "Ahora me siento útil y no una basura".
"Es un acto de justicia"
Se trata del dueño del bar Brillante, Alfredo Rodríguez, que es quien ha empleado a Fulgencio se puso en contacto con Buenos Días cuando conoció su historia. Dice que no lo hizo por caridad sino porque “esto es un acto de justicia, es una persona con 50 años a quien no da trabajo nadie, porque este país tiene ese gran defecto, que los mayores de 50 años no valemos, cuando es al revés, es cuando más valemos”.
"Su experiencia es lo más importante y empleé a Fulgencio porque me pareció una persona muy adecuada", dice Alfredo Rodríguez. El dueño del Brillante le paga también un año de alquiler "para pagar las trampas que tengo -dice Fulgencio- pero poco a poco lo iré devolviendo".