Momentos de tensión durante una conexión en directo de José Antonio Masegosa durante el programa 'Buenos días, Madrid'. El periodista se encontraba informando sobre una denuncia vecinal acerca de un narcopiso en la calle Cullera de Madrid cuando un individuo, con el rostro oculto, le amenaza y posteriormente le arroja un objeto al reportero y al cámara.
Alta tensión
"Quita la cámara", le dice el individuo a los periodistas. "Este barrio no es tuyo, déjanos trabajar", le responde Masegosa. El individuo se aleja amenazando con pinchar las ruedas del coche de Telemadrid. Mientras, el periodista sigue con su conexión pero al fondo de la imagen se aprecia cómo ese hombre amenazante coge un objeto del suelo y se dirige de nuevo hacia los reporteros.
"Vamos a alejarnos", advierte Masegosa a su cámara. Finalmente les arroja un objeto que parece una piedra pero resulta ser un trozo grande de madera. "No puede ser que esta gente se haga dueña de la calle y tenga atemorizada a los vecinos", indica Masegosa.
Poco después, un coche patrulla de la policía aparece por la zona, pero el agresor ya se ha ido.
Narcopiso
Los vecinos denuncian que el tráfico y el trasiego de toxicómanos ha regresado. Esta misma semana se ha registrado un incendio en el portal del edificio donde se aloja un narcopiso. Las llamas se pudieron detener a tiempo, pero temen que un día salga ardiendo el inmueble.
Cuentan que hay dos "machacas" día y noche en el portal, que vigilan quien entra y sale.
Los vecinos están aterrados: ninguno quiere salir ni siquiera de espaldas. Denuncian amenazas de muerte. Ni la empresa de reparación de ascensores se atreven a entrar en el edificio. Creen que en el número 14 de la calle Cullera hay también un piso okupa.
Redada en 2020
En 2020 una macrorredada policial se saldó con la detención de 22 personas y 10 narcopisos desarticulados, vinculados al clan de los Jiménez. Se trataba del mayor punto de venta de heroína de la Comunidad de Madrid, conectado con la Cañada Real.
Ahora, los vecinos dicen que la situación es igual a entonces, o incluso peor. Viven atemorizados y no quieren hablar a la cámara, ya que allí impera la ley del silencio.
En muchos edificios se han instalado vallas metálicas en los bajos para evitar que los drogadictos entren. El trasiego de toxicómanos es constante, lo que conlleva también robos y suciedad.