“Atábamos a algunos residentes para comer. Incluso a algunas abuelas que tenían bracitos super delgados los ataban con las fundas de las almohadas. Se les despertaba quitándoles la sábana. Y a aquellos que sabían que no recibían visitas de familiares, se les maltrataba más.
Temblaban y lloraban cuando se les despertaba echándoles agua y lloraban al ser maltratados” afirma esta ex trabajadora.
“Cuando me quejé a una de las responsables, María José, me dijo que ese trato era normal” aseguraba. “Mi marido me dijo que lo dejara porque llegaba muy triste cada día a mi casa. Incluso he tenido que ir al psicólogo” afirma Elisabeth.
Asegura que se quejó a la dirección, pero no le hicieron ningún caso y le suspendieron las prácticas. Elisabeth ya no pudo volver a la residencia nunca más.
En este sentido, según informaciones de la cadena Ser, la dirección de la residencia Los Nogales sí estaba informada de varios indicios de agresiones a ancianos. El hijo de una de las internas avisó por escrito varias veces sobre lo ocurrido, pero en lugar de investigarlo, la residencia remitió varias cartas.