Ricardo, maquinista del metro: "Me siento indefenso ante los grafiteros"
Este maquinista fue agredido por un grupo de grafiteros que pararon el convoy que conducía
Buenos Días Madrid ha hablado en exclusiva con un conductor de Metro de Madrid, Ricardo Andrés, quien nos ha con confesado que ha sentido miedo al verse rodeado por grafiteros violentos que intentaron sacarle de la cabina. Ricardo tuvo más suerte que otro maquinista que sufrió una crisis de ansiedad cuando un grupo de grafiteros encapuchados le obligaron a mover el convoy para poder pintarlo mejor.
Ricardo se encontraba trabajando en la línea 5 del metro cuando un grupo de grafiteros asaltaron el tren que conducía. Un grupo de varios encapuchados internaron entrar en la cabina, mientras Ricardo hacía todo lo posible por evitarlo y avisaba al puesto de mando.
Este conductor del metro ha contado en Buenos Días Madrid que son grupos cada vez más jóvenes y más violentos y cómo es su "modus operandi" a la hora de asaltar a los maquinistas. Ricardo se lamenta de que sale muy barato realizar este tipo de agresiones, ya que aunque hay miles de cámaras en la red de Metro, nunca se les suele identificar. "Me siento indefenso", admite Ricardo ante una situación para la que reclama más vigilantes y seguridad. Además, no recomienda que ningún compañero se enfrente a los grupos de grafiteros a no ser que tema por su integridad.
La realidad es que cada día hay más grafitis en el metro de Madrid. Comenzó siendo una anécdota, pero los actos se suceden y empieza a ser un problema de seguridad. Los maquinistas exigen medidas y la Comunidad ya estudia aumentar la seguridad privada.
Desde el sábado pasado son ya cinco los ataques de grafiteros a diferentes trenes tanto del metro como de Cercanías. El último, una pintada en el Metro Ligero de las Tablas. El conductor, por fortuna, no se dio cuenta de lo que ocurría hasta que los atacantes terminaron de pintar el convoy, ya que los grupos de grafiteros se están volviendo más agresivos.
Últimamente las bandas de grafiteros no se conforman con parar el tren, si no que obligan a los conductores a mover los trenes para poder pintarlos con mayor comodidad y atacan a los vigilantes si intervienen.
A la situación de inseguridad hay que sumar el coste que estos actos vandálicos suponen para la Administración, ya que Metro invirtió el año pasado más de 1 millón de euros para poder limpiar los grafitis, mientras que Renfe gastó más de seis millones.