Simeone no esconde su estado de ánimo. Ni siquiera el desenlace tan dramático, tan insólito, en una secuencia 'imposible' entre el penalti y los rechaces sin gol con el tiempo ya cumplido contra el Bayer Leverkusen, rebajan el fiasco del Atlético de Madrid en la Liga de Campeones, tan cercana hace un lustro y tan lejos ahora, entre el declive que confirman sus números, 11 victorias en sus últimos 32 duelos, y el laberinto interminable que supone para Diego Simeone.
"No tengo ninguna duda de que la Champions me cuesta. Me ha costado, con las dos finales que perdimos, una en los penaltis y otra en la prórroga. Más cerca de ganar una final de Champions que los penales creo que no se está", asumía instantes después de la eliminación el técnico argentino, en referencia a las derrotas contra el Real Madrid en Lisboa en 2014, cuando ya rozaba el título, antes de la debacle física de la prórroga, y en Milan en 2014, cuando cayó en la tanda de los once metros por una mínima diferencia, por un único penalti.
Las horas bajas en una competición que se atraganta a los de Simeone, sobre todo en el Metropolitano. En las últimas temporadas el Atlético solo ha conseguido una victoria en los 12 partidos disputados allí. Una tendencia peligrosa que recuerda aquella eliminación en 2017.
Fuera de la Champions a las primeras de cambio. Un duro golpe difícil de olvidar. No tanto como el recuerdo de las dos finales perdidas. Rozar el cielo con las manos y no alcanzarlo. Simeone no va de víctima. Todo lo contrario. Ahora es momento de demostrar carácter.