El tono de Carlo Ancelotti varió en Girona. Visiblemente molesto por la actitud de sus jugadores en la derrota más amplia del curso, la novena, sexta de una Liga en la que el Real Madrid no ha estado a la altura que se espera del vigente campeón. Los peligros de una desconexión tan cercana a la final de la Copa del Rey y la eliminatoria europea ante el Manchester City, impulsó un aviso a navegantes.
El Real Madrid se vuelve un equipo vulnerable cuando no encara sus partidos con la actitud adecuada. Ha quedado demostrado en una Liga en la que ha perdido ante equipos inmersos en otras batallas, cuando visitó sus estadios sintiéndose superior. Vallecas fue el primer caso ante un Rayo que confirmó el aviso lanzado por el Girona con su empate en el Santiago Bernabéu.
El Real Madrid también cayó en Mallorca y en Girona. Esas tres derrotas llegaron sin la presencia de Karim Benzema, cuya irregularidad mermado por las lesiones, ha sido un factor decisivo para el empeoramiento de los números. El equipo de Ancelotti suma siete puntos menos que cuando acabó la trigésimo primera jornada de la pasada edición de LaLiga, un título que conquistaba en su tercer intento.
Nunca, en cuatro ediciones dirigidas, llegó el técnico italiano con una puntuación tan baja como en el presente, 65 puntos. Rebajado el factor Bernabéu con empates cedidos ante Osasuna, Girona, Real Sociedad y Atlético de Madrid, la plantilla sintió que dejaba de pelear el título en el clásico del Camp Nou. Pasó de resucitar el pulso, con el tanto de Marco Asensio en los últimos minutos, a verlo anulado desde el VAR por posición antirreglamentaria y recibir el castigo de la derrota cuando se volcó por un triunfo obligado.
Desde entonces solo queda el orgullo y la defensa de un escudo que no se puede manchar. Superior a rivales por plantilla y dinámica, pero pagando caro cualquier despiste cuando pone un ojo en el calendario.
Remontado por el Villarreal para recibir su primera derrota de local en el Bernabéu y zarandeado por un Girona que destapó carencias defensivas que parecían enterradas.
"No hemos sido contundentes en los duelos"; "El equipo no ha jugado"; "El nivel individual de todos ha sido muy bajo"; "Nos hemos olvidado del aspecto defensivo". Son frases de Ancelotti desde el dolor de la derrota y el sentimiento de no reconocer en el campo lo trabajado con sus jugadores para Montilivi. Ni las rotaciones, la frescura de los nuevos, el mensaje marcando como clave llegar a las grandes citas de mayo en dinámica ganadora, sirvieron como motivación a los futbolistas.
El Real Madrid se dejó llevar en un partido que deja marcados a los jugadores y no al técnico. Aunque el que se juega el puesto es el italiano, condicionado a la conquista de un título importante para continuar. De golpe, todo lo reciente se desplomó.
De dejar la portería a cero en seis de sus siete últimos encuentros, con partidos de la grandeza del clásico copero en el Camp Nou o la eliminatoria de cuartos de final de la Champions ante el Chelsea, su equipo pasó a recibir cuatro en un claro castigo a la pasividad y la falta de intensidad y contundencia defensiva.
Ancelotti tiene detectado el problema y sabe que no se puede repetir de aquí al final de temporada. A Osasuna, que ya empató en el Bernabéu, sólo le superará en la final de Copa del Rey del 6 de mayo con la actitud adecuada y sin reservar nada para un duelo clave que llega tres días después, la ida de semifinales de la Liga de Campeones frente al Manchester City.
Los cuatro del Girona son el toque de atención preciso a lo que puede pasar ante la contundencia de Erling Haaland. De ahí el aviso de Carletto a su plantilla: "El compromiso defensivo es demasiado importante para tener éxito, si el equipo no lo tiene, tiene dificultades para ganar los partidos. Si lo tiene gana a todos. Es la llave del éxito".
Es la peor Liga madridista de las cuatro últimas ediciones. Desde la temporada 2018-19 el Real Madrid no firmaba una Liga con peores números. Aquella edición, que terminó tercero, llevaba 60 puntos tras la disputa de 31 jornadas. En el presente, con siete jornadas por disputarse y sin opciones de pelear por el título, debe encontrar la motivación que sirva de ayuda para sumar Copa del Rey y Liga de Campeones a la Supercopa de Europa y Mundial de Clubes conquistados. Montilivi le enseñó cual es el camino equivocado.