Poco más de un año después de lograr el primer ascenso de su historia a la categoría de plata del fútbol español, el Rayo Majadahonda ha puesto fin a su aventura y retornará a Segunda División B tras perder por 4-3 ante el Oviedo y empatar a cero el Lugo y el Tenerife.
Es el final más triste para un conjunto que pese al revés ha dejado una buena imagen en su debut en el fútbol profesional, conquistando estadios importantes y ganándose el respeto de toda la categoría.
Lo demuestra el hecho de que a lo largo del curso muchos han sido los entrenadores rivales que han destacado el estilo de juego del conjunto que entrena Antonio Iriondo, caracterizado por el atrevimiento durante los noventa minutos.
Sin embargo este no ha sido suficiente para sellar la permanencia en una campaña donde más allá de lo futbolístico la entidad ha tenido que hacer frente a todo tipo de adversidades en busca de un objetivo que se escabulle a falta de una jornada por disputarse.
Carentes de un lugar de entrenamiento fijo para trabajar en el día a día, las obras de acondicionamiento de su feudo habitual del Cerro del Espino les obligaron además a disputar sus primeros partidos como locales en el estadio Wanda Metropolitano.
Del Wanda al Cerro del Espino
Esa situación de interinidad la sortearon con solvencia y sobre el césped que habitualmente ocupa el Atlético de Madrid consiguieron triunfos de entidad ante el Sporting de Gijón, el Oviedo o el Almería.
Lamentablemente las buenas sensaciones como locales no se repetían a domicilio y el cuadro majariego solo atesoró tres puntos fuera de casa, al ganar al Nàstic de Tarragona, hasta el 18 de noviembre.
Pasaron las semanas y el grupo retornó al Cerro del Espino necesitado de trasladar allí las señas de identidad en el estilo que le estaban ayudando a mantenerse a flote. No resultó sencillo y solo celebraron una victoria en sus primeros siete partidos como anfitriones.
Triunfos a domicilio
Esos puntos que a veces se dejaban ante su público eran capaces de recuperarlos a domicilio gracias a triunfos que a buen seguro serán recordados en el futuro como el 2-3 ante el Sporting de Gijón en El Molinón o el 1-2 contra el Deportivo de La Coruña en Riazor.
Hitos meritorios que eran ajenos a otros detalles que hacían sangrar al vestuario como la pérdida en invierno de una pieza destacada como Aitor García o las inoportunas lesiones que se iban sucediendo.
Así, en el arranque de LaLiga 123, se rompió uno de los jugadores importantes en el ascenso como era Juan Carlos Moreno Carlitos. No terminó ahí el infortunio ya que también tuvo problemas físicos de larga duración el central Rafa López, los cuales le impidieron estar junto a sus compañeros en el tramo final de la temporada.
La ausencia de Ruibal
Asimismo otro hombre clave como el delantero Aitor Ruibal, que termina como el máximo goleador del plantel, se perdió partidos decisivos por lesión cuando se encontraba en uno de sus momentos más dulces de la temporada.
Esa baja coincidió en gran parte con la mala racha de resultados que ha terminado por hundir a los madrileños, quienes solo han sido capaces de sumar 2 puntos de los últimos 24 cuando algunos ya pensaban que tenían la salvación al alcance de la mano.
Despertados de un sueño que ha permitido crecer a la entidad en muchos aspectos ahora toca recomponer el proyecto para seguir el camino inverso y devolver la ilusión a una localidad que, con todo, puede estar orgullosa de su equipo.